Palabras de Buda

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viernes, 29 de junio de 2012

¿Es equivocada nuestra idea del amor? (V parte)

Una auténtica y sabia lección de amor

Por Jorge Burgos García
29-06-12


En el comienzo de esta nueva charla, considero pertinente enfatizar en algunas de las ideas expresadas con anterioridad. Antes que cualquier otra cosa, lo primero que debe “calar” en nuestro interior, es la necesidad y posibilidad -independiente de la edad que tengamos-, de transformarnos en personas afectuosas. Ese es el gran reto de nuestras vidas en el plano emocional. Toda esta serie de artículos no tienen un fin distinto que el de contribuir de algún modo a que mis lectores, se convenzan a sí mismos, de que está a nuestro alcance ampliar nuestra capacidad de brindar afecto (que suena menos intimidante e idealista que decir capacidad de amar).

Es en ese sentido, que puede comprenderse que nuestra AFECTIVIDAD es susceptible de ser ensanchada con el paso del tiempo. Y cuando ello ocurre, es inevitable sentir un enorme deseo de compartir la alegría que irradia de tu ser con los demás. Es inevitable tratar de contagiar a otros de tus “buenas vibraciones”. Al respecto, creo la siguiente historia nos viene como anillo al dedo. Nos hará entender aún más, lo que es el amor en su dimensión universal.

Es la historia de un sabio que vivía en una pequeña choza en India. Era alrededor de medianoche y llovía fuertemente. El sabio y su esposa estaban durmiendo. Hubo un golpe en la puerta. Probablemente alguien deseaba abrigo.

El sabio despertó a su esposa:
-Hay alguien allí afuera, un viajero, un amigo desconocido. Por favor abre la puerta-
Su esposa dijo:
-No hay espacio; ni siquiera es suficiente para nosotros dos. ¿Cómo puede caber una persona más?-

El sabio respondió:
-Querida, éste no es un palacio de ricos, no se hará más pequeño. Esta es la choza de un pobre. El palacio de los ricos se hace más pequeño incluso si llega un solo visitante-

La esposa dijo:
-¿Qué relación tienen los pobres y los ricos con esto? La sencilla realidad es que éste es un lugar muy pequeño-

El sabio replicó:
-Si hay un gran espacio en el corazón, sentirás que la choza es un palacio. Y, si el corazón es estrecho, no sólo el palacio se vuelve más pequeño, sino que también la choza se hace más pequeña. Por favor, abre la puerta.
¿Cómo podemos rechazar a un hombre que ha venido a nuestra puerta? Hasta ahora, estábamos tendidos. Puede que los tres no podamos tendernos, pero al menos podremos sentarnos. Hay espacio para estar sentados-

La esposa tuvo que abrir la puerta. El “amigo” entró, empapado. Le cambiaron sus ropas. Se sentaron juntos y comenzaron a charlar. La puerta estaba cerrada. Al cabo de un rato, dos personas vinieron y golpearon la puerta.
El sabio dijo:
-Parece ser que nuevamente alguien ha venido-.

Le pidió al nuevo amigo, que era el más cercano a la puerta, que la abriera. El hombre dijo:
-¿Para qué abrir la puerta? ¿Dónde hay espacio?...No, no es necesario abrir la puerta. ¿No ves acaso con qué dificultad nos acuclillamos?



El sabio dijo:
-Hombre extraño. ¿Acaso no te hice un espacio a ti? Se te permitió entrar porque había amor. Éste aun está presente no se ha acabado con tu llegada. Por favor, abre la puerta. Ahora estamos sentados a cierta distancia unos de otros; tendremos que agruparnos más. Y además, en esta noche fría, puede ser grato sentarse juntos-

Tuvo que abrir la puerta. Dos nuevas personas entraron. Todos se sentaron juntos y comenzaron a trabar conocimiento unos con otros. Pasó un rato...seguía lloviendo, y la noche transcurría. Un burro llegó y empujó la puerta con su cabeza. El burro estaba mojado: quería abrigo para la noche.

El sabio le pidió a uno de los últimos que había llegado que estaba sentado casi en la puerta, que la abriera:
-Ha llegado un nuevo amigo-

. Después de atisbar afuera, el hombre dijo:
-Este no es un amigo ni nada. Es un asno. No es necesario abrir-

El sabio dijo:
-Quizás no sabes que, a la puerta del rico, los hombres también son tratados como animales. Esta es la choza de un pobre sabio, y estamos acostumbrados a tratar incluso a los animales como a seres humanos. Por favor, abre la puerta-

Los hombres dijeron, al unísono: Pero, ¿y en qué espacio?

A lo que el sabio respondió:
-Hay suficiente espacio. En vez de estar sentados, todos nos pondremos de pie, y le haremos un hueco. No se inquieten; si es necesario, yo saldré y dejaré suficiente espacio… (1)

Hace algún tiempo aprendí que no importa si los cuentos como estos son verdaderos o no, eso es irrelevante. Porque en realidad, los cuentos son comprensibles si además de tu mente, ABRES todo tu ser. Entonces, una historia como esta puede ser interpretada como debe ser. Una historia que por demás, transmite un maravilloso y digno mensaje que da respuesta a la pregunta con la que titulé el artículo anterior a este. ¿Qué nos dificulta ser personas amorosas? Nos lo dificulta nuestra actitud poco amorosa frente a la vida, nuestro limitado desarrollo del plano afectivo. De hecho, todos, -sin excepción- tenemos manifestaciones de afecto en nuestra vida diaria. De lo que quiero sensibilizar a mis lectores, es que día a día nos propongamos multiplicar esas “cuotas de afectividad”. Si cada quien lo hace, -piénsese en un pequeño escenario, como el un salón de clases- veremos como se hace real lo que tanto anhelamos: un contexto social más pacífico; en el que los inevitables conflictos con las otras personas, se resuelven sin agredir y sin ser agredidos. La solución a nuestros problemas de convivencia y/ comportamiento, no está en el consultorio de un Psicólogo, está en nuestras manos, es decir, está en un cambio de actitud frente a nuestra manera de asumir la vida.

Bien, me quedan más cosas que decir sobre el amor en su sentido primario, es decir, universal. Cosas que son necesarias de tratar antes de que me oriente a hablar del amor en el marco de una relación sentimental.

Para ello, requeriré emplear un poco de lenguaje poético, pero eso será en nuestro próximo capítulo…


1. OSHO. El libro del sexo. Edit. Grijalbo. Pág. 84-86



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