Palabras de Buda

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jueves, 28 de junio de 2012

¿Es equivocada nuestra idea del amor? (IV parte)


¿Qué nos dificulta ser personas amorosas?

Por Jorge Burgos García
28-06-12


Manifestaba en la última charla, lo que quizás es lo más difícil de asimilar cuando se intenta propiciar un giro en nuestra manera de percibir el amor. Y es el hecho de que no está bien interpretar, que el amor requiere de razones. Y no está bien, insisto, porque entender el amor de esa manera es desconocer su verdadera naturaleza. De eso precisamente quiero comenzar a hablar.

A decir verdad, el amor en su sentido prístino, se expresa en nosotros, los seres humanos cuando se dan determinadas condiciones en nuestro interior. ¿A qué condiciones me refiero? Las sintetizo en una sola expresión: cuando conseguimos apartar los condicionamientos culturales que nos impiden ser afectuosos con los demás. En concreto, me refiero a 2 elementos.

En primera instancia, a un cambio de percepción en forma como concebimos la felicidad. Si dejamos de asociarla a posesión de bienes materiales -eso más bien debemos llamarlo bienestar-, y comenzamos a comprender que la auténtica felicidad sólo se hace tangible en la vida, cuando hacemos desinteresadamente las cosas que están a nuestro alcance por otras personas, independiente de si ellas lo agradecen o no. El agradecimiento en verdad no debe tener mayor importancia. Y en segunda instancia, si nos concientizamos de que cada acto de nuestro quehacer cotidiano, debemos hacerlo pensando –siempre- en no lastimar, en efectuarlo con nobles intenciones, sin generar deliberadamente conflictos, sin pensar en ensañarnos con alguien o querer sacar provecho injustificadamente de una situación particular. Si decidimos “derribar” estos condicionamientos culturales, observaremos como desde el interior de nuestro ser empezará a brotar un verdadero sentimiento de amor.

Sólo entonces tendremos una nueva forma de experimentar el amor, producto de una nueva concepción del amor. Sólo entonces daremos cuenta que el amor no va dirigido a nadie en “particular” (desde luego no vayas tomar esta expresión tan literalmente, en un capítulo ulterior hablaremos del amor en su faceta romántica), que el amor no crea expectativas, que el amor no se fija plazos, que el amor no espera nada a cambio, que el amor se vive y disfruta centrado en el presente. Po último, quizás lo más sustancial de todo lo que podemos decir de este fenómeno humano: comprenderemos que el amor es una expresión sublime de libertad. Puesto en otras palabras, no se puede intentar aprisionarlo, cada vez que lo hacemos lo vulneramos y hacemos daño innecesario a las otras personas (sea nuestra pareja, un familiar, algún amigo o cualquier otra persona que consideremos relevante en nuestra vida)

En realidad, el amor de ningún modo puede circunscribirse a una relación. Y no es posible, porque el amor, en esencia, en definitiva, no es más que un estado de nuestro ser que cuando se alcanza, impulsa al ser humano a compartir con sus semejantes las bondades propias. Ese es desde mi perspectiva, el verdadero significado del amor. El amor no guarda vínculo directo con eso que llamamos relación, sean de cualquier tipo, familiares, de amistad, de pareja, laborales, religiosas. No, el amor no encaja en nada de lo que lo queramos colocar, porque no es una cosa, no depende de las relaciones que establezcamos, no lo podemos dirigir racionalmente hacia algunas personas que consideres especiales en tu vida, y decir: “Hacia aquellos que no me caen bien o simplemente me son indiferentes, no lo dirijo, pues no tengo relación con ellos ni las quiero tener”.


No, no podemos decidir eso, porque repito, el amor es un estado de nuestro ser; lo cual quiere decir, que si aprendemos a ser personas amorosas, no importará el vínculo que tengamos con las personas con las que nos cruzamos a diario, nos comportaremos de manera cordial, afectuosa, no porque “deba” hacerlo, sino porque algo en nuestro ser nos “impulsa” a actuar de ese modo.

Claro está que, alcanzar ese estado de ser, requiere de aprendizaje, requiere que se generen las condiciones indicadas 3 párrafos atrás. ¿Y cuál es el momento adecuado para aprender esta nueva forma de amar? Como es de presumir, ya que lo anticipé en última parte de la charla anterior, el momento ideal para aprender esta nueva forma de asumir el amor es la infancia. Lo cual, no quiere decir que no pueda aprenderse en otro momento de la vida, sólo remarco que será más fácil si a los niños se les enseña a hacer afectuosos cono las personas que le rodean sin ofrecerle una razón particular, y si a fuerza de correcciones se les orienta a actuar con buenas intenciones en cada acción que lleven a cabo. La educación es un proceso, y los cambios toman tiempo, pero se consiguen, si se mantiene la constancia. Y reitero el mensaje esencial a transmitirles a ellos: la felicidad está supeditada a nuestra capacidad de servir generosamente a los demás.

Debo aclarar que lo explicado hasta ahora, es lo que denomino, el amor visto desde una perspectiva universal. Sin duda, la más pura expresión de humanidad, de humanismo. Y quedan más cosas por decir respecto de esta forma primigenia de amor…

Pero será en nuestro próximo capítulo.



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