De la serie Filosofía: una guía para la felicidad (Alain de Botton. En este capítiulo nos dan a conocer la perspectiva del filósofo del periodo helenístico Epicuro sobre la felicidad.
El objeto de este blog es compartir mis puntos de vista alrededor de temáticas propias del amplio espectro de las Ciencias Sociales que han despertado mi interés académico. De igual modo, también es mi propósito compartir información audiovisual sobre diversas materias que pueden contribuir a enriquecer nuestro conocimiento de los distintos planos de la realidad que nos ciircunda.
Palabras de Buda

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martes, 25 de septiembre de 2012
viernes, 15 de enero de 2010
UNA SEGUNDA APROXIMACIÓN A LO QUE ES LA MENTE
Por Jorge Burgos garcía
25-08-07
La vez pasada planteaba una definición no teórica de lo que es la mente, una definición que describía lo que a cada momento sentimos en nuestra cabeza: un tráfico incesante de pensamientos que resulta difícil controlar; como nos transporta con enorme facilidad y velocidad de un pensamiento a otro, en una especie de espiral que parece no tener fin… ¡ni siquiera cuando estamos dormidos dejan de viajar nuestros pensamientos!
Es justo en este punto donde comenzaré mi disertación en el día de hoy. Tomando como largada los siguientes interrogantes:
¿Sobre que autopistas viajan con tanto vértigo nuestros pensamientos? ¿Y Por qué? ¿Es inevitable ese continuo fluir de los pensamientos?
La respuesta a ese primer interrogante está empapada de simpleza: se mueven sin cesar del pasado al futuro y viceversa, son esas las autopistas sobre las que se mueven nuestras ideas. Por este camino, llegamos una segunda definición práctica del fenómeno que analizamos: la mente no es otra cosa que la acumulación de experiencias pasadas. Algo así, como un depósito de las cosas que nos pasan. De hecho, hay mucho de veracidad en la afirmación central del empirismo (expresada magistralmente por John Locke) que me permito parafrasear aquí: al nacer somos un papel en blanco, sobre el que escribimos con la tinta de nuestras experiencias...no hay nada en nuestra mente al nacer.
No obstante, debes recordar que al momento que nacemos inmediatamente pasamos a una segunda matriz, una matriz artificial desde luego, la matriz cultural. Es menester que esto sea bien comprendido, porque esta segunda matriz nos influenciará sobremanera el resto de la existencia si nos mantenemos en un frágil e inconciente estado de ignorancia.
Lo esencial a comprender y recordar a menudo, es que los seres humanos estamos marcados por la cultura en la que nacemos. Por ejemplo, no seríamos la misma persona si hubieras nacido en el Japón, en Groenlandia o en Somalia, y claro está, estamos marcados por las condiciones históricas, sociales, económicas y educacionales del grupo familiar en el que nos formemos. Tengamos presente algo elemental que se colige de lo anterior: no somos libres cuando empezamos a vivir, ¡no hay manera de serlo!; somos absolutamente indefensos, necesitamos por varios años de los “otros”, antes de llegar a arrostrar la posibilidad de ser libres... y digo bien, posibilidad…pues en el fondo, muchas personas viven sin experimentar lo que es la libertad auténtica...aunque crean y tengan la sensación de que son libres realmente.
Insisto en algo, es absolutamente necesario que nos guíen, que nos digan que hacer, e incluso en que creer durante nuestra infancia, lo censurable, lo perverso, es que no nos enseñen que más adelante debemos lanzarnos a explorar el mundo por nuestra cuenta, lo cual demanda en primera instancia, que entremos a examinar detenidamente cada una de las creencias que –literalmente hablando- nos incrustaron en la mente; puesto que son prestadas, por decirlo de un modo, no son producto de nuestras experiencias...¿o es que de niño nos dieron la posibilidad de escoger religión?. Ni hablar del saco de costumbres, prejuicios, normas morales y sobre todo, malos hábitos por los cuales empezamos a regir nuestra vida. Ahora bien, para poder examinar detenidamente nuestra matriz cultural, se requiere como condición necesaria, que ampliemos nuestra cosmovisión; sin esa ampliación, es poco probable que nos demos cuenta que tan mal están las cosas y en consecuencia, no hallarás motivo alguno para cambiar nuestro modo de vida (o parte de él).
Puesto de otra forma, por permanecer sumidos voluntariamente en la ignorancia -situación en la que se halla buena parte de la humanidad- aceptamos sin resistencia, una cantidad enorme de normas morales sin sentido, sin justificación, pero, como son parte de lo que la tradición cultural cataloga como “adecuadas” las obedecemos; transigimos en muchos casos sin pensar en la inutilidad de muchas de ellas. Sólo cuando te das a la tarea de ampliar tus saberes, descubres –tarde o temprano- que no puedes disfrutar del auténtico sabor de la libertad, mientras sigas atado a buena parte de los condicionamientos culturales de nuestro contexto; Aún más, puedo casi asegurarte, que descubrirás por cuenta propia, producto de tus experiencias –no de las mías- que vivimos en un estado ilusorio de libertad...solo eso (1).
Retomando la idea inicial, esto que llamamos mente, es solo un cúmulo de pasado, que engloba, por resumirlo en 2 palabras: un número variable de prejuicios y valores que facilitan, por decirlo técnicamente, tu proceso de enculturación; Reafirmo lo anterior, es un número variable, pues varía de una persona a otra, a algunos nos han embaucado más que a otros. Aunque como atenuante, puedo expresar que en la mayoría de los casos, comprendo que no es un acto deliberado este “embeleco” sino inconsciente.
Sé que lo afirmado en el párrafo precedente, es una tesis extrema y arriesgada, pero es así como ocurre. De manera inconsciente nos han impregnado desde la más tierna infancia, de pensamientos que debilitan nuestra condición humana. La prueba de ello es monumental: tendemos –en líneas generales- a ser individualistas, ambiciosos, males intencionados, agresivos, vengativos, rencorosos, envidiosos y demás vicios escuchados. ¿Quiénes nos han impregnado de todo ello? Salta a la vista la respuesta, nuestros familiares, nuestros profesores, nuestras instituciones religiosas y claro está, ¡nuestros amigos! y demás allegados. Sin embargo, entendamos las cosas en su justa proporción, ellos y nosotros a su vez, simplemente transmitimos lo que otros nos han heredado. A esto hay que sumarle esto hay que sumarle las perniciosas costumbres que en nuestro entorno más cercano se pongan de moda. Da de lo que te vienen dando, parece ser, a la luz de la evidencia empírica, la lógica que guía nuestro accionar.
Desde luego, no es menos cierto que en términos generales nos forman a su vez en valores, esto es, cualidades valiosas, dignas de mantener a lo largo de la vida, ya que permiten bloquear esas tendencias señaladas que reducen sustancialmente nuestra estatura evolutiva.
En síntesis, esa es nuestra mente: una mezcolanza de pensamientos, que por decirlo de algún modo, fortalecen y/o debilitan nuestro proceso de crecimiento personal. ¿Y todo eso cuando lo aprendimos? En el pasado por supuesto, lo reitero, la mente es puro pasado. Por ende, nuestra visión de las cosas, nuestra forma de andar por el mundo, está determinada por todos aquellos valores y prejuicios que hemos interiorizado; Recuerda, lo que hace que el comportamiento cambie tanto de una persona a otra obedece a la proporción valores-antivalores que hay en su mente.
Aparte de esto, de seguro aflora una pregunta interesante, ¿Y el futuro qué? Pues el futuro, no es más que nuestra proyección del pasado, es decir, la proyección de tu forma de mirar el mundo, de ver la vida. A manera de ejemplo, si en tu mente, predominan pensamientos asociados a competitividad y acumulación de riqueza material, procurarás los medios que posibiliten lograrlo, medios que varían conforme tu escala de valores, ya que si la honradez –por decir algo- no ocupa lugar preponderante en ti, de seguro acudirás a vías ilícitas para conseguir lo que deseas (Por supuesto habrá quienes pretendan alcanzar sus sueños de acumulación material sin violentar las leyes establecidas en la sociedad). Si por el contrario, predominan pensamientos asociados a la aceptación, la filantropía, tus metas variarán, en cuanto que no te obsesionarás con la consecución de poderío económico, prestigio o poder (2). Aclaro algo, cuando hablo de aceptación, no es en función de justificar la actitud holgazán de ciertas personas, que incapaces de tener un mínimo de control mental, se dedican a no hacer nada productivo por su existencia, no, con aceptación me refiero al hecho de hacer lo que se quiera hacer, pero sin avaricia, sin el ánimo de pasar por encima de los demás a como de lugar, ni de jactarnos de nuestras posesiones materiales.
A decir verdad, lo más importante de este “embrollo” con innegables matices sociológicos, es que reconozcamos que el batallón de pensamientos que conforman nuestra mente se mueven incesantemente del pasado al futuro y viceversa, dado que siempre pensamos en lo que podremos llegar a ser, lo que podremos llegar a tener para que los demás nos califiquen como exitosos. Vivimos así, tratando de encajar en los ideales de los demás y los demás se la pasan haciendo lo mismo, de ahí que muchas veces no nos aceptemos o terminemos haciendo cosas que no van en realidad con nosotros, pero las hacemos precisamente por ello, para ganar reconocimiento de los demás. A eso y cosas por el estilo, las llamo prejuicios. Entre otras cosas, éstos son fruto de nuestra carencia de conocimientos vitales (muy distintos a los académicos). A mi juicio, buena parte de la angustia existencial que nos provocamos continuamente es por cuenta de nuestra falta de dominio mental. Ahora, ¿Por qué carecemos de dominio mental? Por simple ignorancia. Esa es la fuente primaria de nuestras desgracias: desconocemos casi por completo de la vida…es demasiado estrecha nuestra cosmovisión.
De cualquier modo, estoy convencido que es posible menguar significativamente nuestro grado de ignorancia, no estamos sentenciados a ser ignorantes el resto de la existencia. De hecho, cabe recordar que mi intención no es otra que invitarte a que te des a esa constructiva tarea. ¿O es que acaso quieres seguir cargando con un montón de angustias y padecimientos innecesarios que nos ocasionamos a nivel mental? Eso no lo sé, es tu decisión, dependerá de tu grado de inteligencia. Mi trabajo se limita a divisarte otras posibilidades de asumir la vida.
Retornando una vez más al asunto del tiempo, fíjate que he afirmado que nuestros pensamientos se mueven frenéticamente entre lo que fue y lo que será tu vida...
¿Y dónde queda el presente?... te preguntarás.
Es una de las preguntas más interesantes que pueda uno formularse cuando se explora la mente. Más aún, si se descubre que la mayor parte del tiempo nos perdemos del presente. Porque el presente no puede pensarse...solo puede sentirse, el presente es el instante actual, es el ahora, no se detiene a esperar a que tengamos tiempo de pensar. Por ejemplo, estás leyendo con estupefacción estas líneas, tratando de comprender el mensaje que te transmito.
¿En qué tiempo puedes pensar si lo que afirmo es correcto o no?
Evidentemente, en pasado, aunque el resultado de tu reflexión mental llegue a los 0.001 milésimo de segundo después de haber pasado tus ojos por estas líneas... ¡Eso ya es pasado!
En otras términos, no hay forma de sentarse a esperar el presente y disfrutarlo, no, el se va a cada instante, ¿acaso puedes respirar en tiempo pasado o en futuro? No, tienes que respirar a cada instante, no hay tiempo de pensarlo 2 veces, lo haces y punto (aunque puedas contener la respiración durante incluso algunos minutos, eso es fruto del entrenamiento, y mientras lo haces se activan las alarmas en tu organismo porque estás dejando de sentir, estás escapando de la vida provisionalmente).
Esta comprensión de lo que es el presente, es absolutamente necesaria a fin de que podamos aminorar nuestra cuota de angustias: tratemos de centrarnos más en el presente, no nos perdamos tanto, no se trata de luchar por detener los pensamientos, no, eso sería absurdo. Se trata de algo tan simple que no creerás que ello puede hacerte sentir mejor. Sólo es cuestión de que te lances a experimentarlo.
¿Qué se requiere hacer para sentir más en el presente?
Nada extraordinario, sencillamente, aprende a sentir cada cosa que hagas, no sigas haciendo las cosas mecánicamente: estás aquí en este salón, disfruta la charla, escucha con atención, olvídate de lo que harás en un rato cuando salgas de aquí, olvídate de lo que hacías antes de venir etc, pero no obligues a tu mente, aprende a observarla. Increíblemente cuando la observas –y no te identificas con ella- se aquieta, no es algo que haces tú, es algo que ocurre de forma natural. Al comienzo parece muy difícil. De pronto ocurre un momento, y luego te vuelves a identificar con ella, como hemos hecho toda la vida y nos olvidamos de observar, eso es normal, no te preocupes.
A cada instante la existencia te da la oportunidad de que aprendas a OBSERVAR, -las oportunidades son inagotables-, cada acción, por más simple que te parezca, ayudará a activar la capacidad de observar: cuando camines, obsérvate caminar, hazlo sintiendo el contacto de tus pies con el piso, siendo conciente de la corriente de aire que provocas al mover tus brazos, relájate, no lo hagas mecánicamente; mira tu respiración, siente como el aire entra y sale a cada instante, cada vez que te acuerdes sé conciente de este simple pero complejo proceso; al comer, hazlo despacio, sin prisa, saborea más la comida y verás que la sensación será mucho más agradable que de costumbre; obsérvate al saludar a alguien, estrecha su mano con alegría, sintiendo que transmites energía; al platicar con alguien, obsérvate al hablar, al escuchar al otro; si estás sentado, que tus piernas no se muevan, no deben porqué estar haciéndolo, solo es necesario su movimiento cuando vas a desplazarte a algún lado; o hay muchos momentos, en que estás sin hacer nada, mientras tus pensamientos saltan en tu cabeza a toda prisa, piensas una cosa, repentinamente pasas a pensar algo que se relaciona con aquel pensamiento, pero de un instante a otro, sin proponértelo llega un pensamiento completamente diferente a aquello, y sucede tan rápido, ¡parece como cuando observas los trailers de alguna película!...pues bien, la clave para diluir ese proceso es simplemente observarlo, imagina que es un juego, observa con agrado tus pensamientos, sin identificarte con ellos, y de forma mágica empieza a detenerse esa vorágine, pero no porque lo forzaste, simplemente ocurre...
Aprender a observarte es una de las experiencias más simples y enriquecedoras en cuanto hace que nuestra mente se aquiete, empezaremos a sentirnos en calma, y ganaremos control sobre ella, ya no nos conducirá tan fácilmente a momentos dolorosos; con la práctica, sentiremos la necesidad de alejar todo ese cúmulo de sentimientos negativos que albergamos innecesariamente en nuestro interior. Con el paso del tiempo, olvidaremos las ambiciones, seremos más afectuosos, la alegría brotará con mayor facilidad. Desde luego, todo dependerá de nuestra disposición, no del esfuerzo. Dicen las viejas tradiciones espirituales de India que el presente es la puerta de la eternidad, por tanto, no puede pensarse, sólo sentirse.
¿Por Cuánto tiempo más seguirás perdiéndote el presente por estar viajando sin cesar del pasado al futuro? Y ¿cuánto tiempo más necesitarás para aprender a tener control sobre tu mente? A este interrogante, sólo cada quien puede responderlo; mi labor se limita a mostrar que hay otras formas de asumir la vida, y en consonancia con ello, compartirte lo que me ha ayudado ampliar mi cosmovisión, y a partir de ello, lo que he experimentado.
Me parece que llegó el momento de abordar el mundo de la meditación, lo cual requerirá indispensablemente, extirpar ciertos prejuicios occidentales, pero este artículo ya lo alargué demasiado...quizá en un próximo capítulo...
---------------------------------------------------------------------------------
1.
Siento cortar ahí la idea, pero otro día la seguiré, pues esto es contenido de otro capítulo imprescindible que ya abordaré: el inagotable tema de la libertad humana
2.
Vale recordar que estas últimas ideas mencionadas, se encuentran arraigadas y bien posicionadas en la mayoría de mentes occidentales por cuenta de nuestra falsa percepción de lo que es la felicidad
25-08-07
La vez pasada planteaba una definición no teórica de lo que es la mente, una definición que describía lo que a cada momento sentimos en nuestra cabeza: un tráfico incesante de pensamientos que resulta difícil controlar; como nos transporta con enorme facilidad y velocidad de un pensamiento a otro, en una especie de espiral que parece no tener fin… ¡ni siquiera cuando estamos dormidos dejan de viajar nuestros pensamientos!
Es justo en este punto donde comenzaré mi disertación en el día de hoy. Tomando como largada los siguientes interrogantes:
¿Sobre que autopistas viajan con tanto vértigo nuestros pensamientos? ¿Y Por qué? ¿Es inevitable ese continuo fluir de los pensamientos?
La respuesta a ese primer interrogante está empapada de simpleza: se mueven sin cesar del pasado al futuro y viceversa, son esas las autopistas sobre las que se mueven nuestras ideas. Por este camino, llegamos una segunda definición práctica del fenómeno que analizamos: la mente no es otra cosa que la acumulación de experiencias pasadas. Algo así, como un depósito de las cosas que nos pasan. De hecho, hay mucho de veracidad en la afirmación central del empirismo (expresada magistralmente por John Locke) que me permito parafrasear aquí: al nacer somos un papel en blanco, sobre el que escribimos con la tinta de nuestras experiencias...no hay nada en nuestra mente al nacer.
No obstante, debes recordar que al momento que nacemos inmediatamente pasamos a una segunda matriz, una matriz artificial desde luego, la matriz cultural. Es menester que esto sea bien comprendido, porque esta segunda matriz nos influenciará sobremanera el resto de la existencia si nos mantenemos en un frágil e inconciente estado de ignorancia.
Lo esencial a comprender y recordar a menudo, es que los seres humanos estamos marcados por la cultura en la que nacemos. Por ejemplo, no seríamos la misma persona si hubieras nacido en el Japón, en Groenlandia o en Somalia, y claro está, estamos marcados por las condiciones históricas, sociales, económicas y educacionales del grupo familiar en el que nos formemos. Tengamos presente algo elemental que se colige de lo anterior: no somos libres cuando empezamos a vivir, ¡no hay manera de serlo!; somos absolutamente indefensos, necesitamos por varios años de los “otros”, antes de llegar a arrostrar la posibilidad de ser libres... y digo bien, posibilidad…pues en el fondo, muchas personas viven sin experimentar lo que es la libertad auténtica...aunque crean y tengan la sensación de que son libres realmente.
Insisto en algo, es absolutamente necesario que nos guíen, que nos digan que hacer, e incluso en que creer durante nuestra infancia, lo censurable, lo perverso, es que no nos enseñen que más adelante debemos lanzarnos a explorar el mundo por nuestra cuenta, lo cual demanda en primera instancia, que entremos a examinar detenidamente cada una de las creencias que –literalmente hablando- nos incrustaron en la mente; puesto que son prestadas, por decirlo de un modo, no son producto de nuestras experiencias...¿o es que de niño nos dieron la posibilidad de escoger religión?. Ni hablar del saco de costumbres, prejuicios, normas morales y sobre todo, malos hábitos por los cuales empezamos a regir nuestra vida. Ahora bien, para poder examinar detenidamente nuestra matriz cultural, se requiere como condición necesaria, que ampliemos nuestra cosmovisión; sin esa ampliación, es poco probable que nos demos cuenta que tan mal están las cosas y en consecuencia, no hallarás motivo alguno para cambiar nuestro modo de vida (o parte de él).
Puesto de otra forma, por permanecer sumidos voluntariamente en la ignorancia -situación en la que se halla buena parte de la humanidad- aceptamos sin resistencia, una cantidad enorme de normas morales sin sentido, sin justificación, pero, como son parte de lo que la tradición cultural cataloga como “adecuadas” las obedecemos; transigimos en muchos casos sin pensar en la inutilidad de muchas de ellas. Sólo cuando te das a la tarea de ampliar tus saberes, descubres –tarde o temprano- que no puedes disfrutar del auténtico sabor de la libertad, mientras sigas atado a buena parte de los condicionamientos culturales de nuestro contexto; Aún más, puedo casi asegurarte, que descubrirás por cuenta propia, producto de tus experiencias –no de las mías- que vivimos en un estado ilusorio de libertad...solo eso (1).
Retomando la idea inicial, esto que llamamos mente, es solo un cúmulo de pasado, que engloba, por resumirlo en 2 palabras: un número variable de prejuicios y valores que facilitan, por decirlo técnicamente, tu proceso de enculturación; Reafirmo lo anterior, es un número variable, pues varía de una persona a otra, a algunos nos han embaucado más que a otros. Aunque como atenuante, puedo expresar que en la mayoría de los casos, comprendo que no es un acto deliberado este “embeleco” sino inconsciente.
Sé que lo afirmado en el párrafo precedente, es una tesis extrema y arriesgada, pero es así como ocurre. De manera inconsciente nos han impregnado desde la más tierna infancia, de pensamientos que debilitan nuestra condición humana. La prueba de ello es monumental: tendemos –en líneas generales- a ser individualistas, ambiciosos, males intencionados, agresivos, vengativos, rencorosos, envidiosos y demás vicios escuchados. ¿Quiénes nos han impregnado de todo ello? Salta a la vista la respuesta, nuestros familiares, nuestros profesores, nuestras instituciones religiosas y claro está, ¡nuestros amigos! y demás allegados. Sin embargo, entendamos las cosas en su justa proporción, ellos y nosotros a su vez, simplemente transmitimos lo que otros nos han heredado. A esto hay que sumarle esto hay que sumarle las perniciosas costumbres que en nuestro entorno más cercano se pongan de moda. Da de lo que te vienen dando, parece ser, a la luz de la evidencia empírica, la lógica que guía nuestro accionar.
Desde luego, no es menos cierto que en términos generales nos forman a su vez en valores, esto es, cualidades valiosas, dignas de mantener a lo largo de la vida, ya que permiten bloquear esas tendencias señaladas que reducen sustancialmente nuestra estatura evolutiva.
En síntesis, esa es nuestra mente: una mezcolanza de pensamientos, que por decirlo de algún modo, fortalecen y/o debilitan nuestro proceso de crecimiento personal. ¿Y todo eso cuando lo aprendimos? En el pasado por supuesto, lo reitero, la mente es puro pasado. Por ende, nuestra visión de las cosas, nuestra forma de andar por el mundo, está determinada por todos aquellos valores y prejuicios que hemos interiorizado; Recuerda, lo que hace que el comportamiento cambie tanto de una persona a otra obedece a la proporción valores-antivalores que hay en su mente.
Aparte de esto, de seguro aflora una pregunta interesante, ¿Y el futuro qué? Pues el futuro, no es más que nuestra proyección del pasado, es decir, la proyección de tu forma de mirar el mundo, de ver la vida. A manera de ejemplo, si en tu mente, predominan pensamientos asociados a competitividad y acumulación de riqueza material, procurarás los medios que posibiliten lograrlo, medios que varían conforme tu escala de valores, ya que si la honradez –por decir algo- no ocupa lugar preponderante en ti, de seguro acudirás a vías ilícitas para conseguir lo que deseas (Por supuesto habrá quienes pretendan alcanzar sus sueños de acumulación material sin violentar las leyes establecidas en la sociedad). Si por el contrario, predominan pensamientos asociados a la aceptación, la filantropía, tus metas variarán, en cuanto que no te obsesionarás con la consecución de poderío económico, prestigio o poder (2). Aclaro algo, cuando hablo de aceptación, no es en función de justificar la actitud holgazán de ciertas personas, que incapaces de tener un mínimo de control mental, se dedican a no hacer nada productivo por su existencia, no, con aceptación me refiero al hecho de hacer lo que se quiera hacer, pero sin avaricia, sin el ánimo de pasar por encima de los demás a como de lugar, ni de jactarnos de nuestras posesiones materiales.
A decir verdad, lo más importante de este “embrollo” con innegables matices sociológicos, es que reconozcamos que el batallón de pensamientos que conforman nuestra mente se mueven incesantemente del pasado al futuro y viceversa, dado que siempre pensamos en lo que podremos llegar a ser, lo que podremos llegar a tener para que los demás nos califiquen como exitosos. Vivimos así, tratando de encajar en los ideales de los demás y los demás se la pasan haciendo lo mismo, de ahí que muchas veces no nos aceptemos o terminemos haciendo cosas que no van en realidad con nosotros, pero las hacemos precisamente por ello, para ganar reconocimiento de los demás. A eso y cosas por el estilo, las llamo prejuicios. Entre otras cosas, éstos son fruto de nuestra carencia de conocimientos vitales (muy distintos a los académicos). A mi juicio, buena parte de la angustia existencial que nos provocamos continuamente es por cuenta de nuestra falta de dominio mental. Ahora, ¿Por qué carecemos de dominio mental? Por simple ignorancia. Esa es la fuente primaria de nuestras desgracias: desconocemos casi por completo de la vida…es demasiado estrecha nuestra cosmovisión.
De cualquier modo, estoy convencido que es posible menguar significativamente nuestro grado de ignorancia, no estamos sentenciados a ser ignorantes el resto de la existencia. De hecho, cabe recordar que mi intención no es otra que invitarte a que te des a esa constructiva tarea. ¿O es que acaso quieres seguir cargando con un montón de angustias y padecimientos innecesarios que nos ocasionamos a nivel mental? Eso no lo sé, es tu decisión, dependerá de tu grado de inteligencia. Mi trabajo se limita a divisarte otras posibilidades de asumir la vida.
Retornando una vez más al asunto del tiempo, fíjate que he afirmado que nuestros pensamientos se mueven frenéticamente entre lo que fue y lo que será tu vida...
¿Y dónde queda el presente?... te preguntarás.
Es una de las preguntas más interesantes que pueda uno formularse cuando se explora la mente. Más aún, si se descubre que la mayor parte del tiempo nos perdemos del presente. Porque el presente no puede pensarse...solo puede sentirse, el presente es el instante actual, es el ahora, no se detiene a esperar a que tengamos tiempo de pensar. Por ejemplo, estás leyendo con estupefacción estas líneas, tratando de comprender el mensaje que te transmito.
¿En qué tiempo puedes pensar si lo que afirmo es correcto o no?
Evidentemente, en pasado, aunque el resultado de tu reflexión mental llegue a los 0.001 milésimo de segundo después de haber pasado tus ojos por estas líneas... ¡Eso ya es pasado!
En otras términos, no hay forma de sentarse a esperar el presente y disfrutarlo, no, el se va a cada instante, ¿acaso puedes respirar en tiempo pasado o en futuro? No, tienes que respirar a cada instante, no hay tiempo de pensarlo 2 veces, lo haces y punto (aunque puedas contener la respiración durante incluso algunos minutos, eso es fruto del entrenamiento, y mientras lo haces se activan las alarmas en tu organismo porque estás dejando de sentir, estás escapando de la vida provisionalmente).
Esta comprensión de lo que es el presente, es absolutamente necesaria a fin de que podamos aminorar nuestra cuota de angustias: tratemos de centrarnos más en el presente, no nos perdamos tanto, no se trata de luchar por detener los pensamientos, no, eso sería absurdo. Se trata de algo tan simple que no creerás que ello puede hacerte sentir mejor. Sólo es cuestión de que te lances a experimentarlo.
¿Qué se requiere hacer para sentir más en el presente?
Nada extraordinario, sencillamente, aprende a sentir cada cosa que hagas, no sigas haciendo las cosas mecánicamente: estás aquí en este salón, disfruta la charla, escucha con atención, olvídate de lo que harás en un rato cuando salgas de aquí, olvídate de lo que hacías antes de venir etc, pero no obligues a tu mente, aprende a observarla. Increíblemente cuando la observas –y no te identificas con ella- se aquieta, no es algo que haces tú, es algo que ocurre de forma natural. Al comienzo parece muy difícil. De pronto ocurre un momento, y luego te vuelves a identificar con ella, como hemos hecho toda la vida y nos olvidamos de observar, eso es normal, no te preocupes.
A cada instante la existencia te da la oportunidad de que aprendas a OBSERVAR, -las oportunidades son inagotables-, cada acción, por más simple que te parezca, ayudará a activar la capacidad de observar: cuando camines, obsérvate caminar, hazlo sintiendo el contacto de tus pies con el piso, siendo conciente de la corriente de aire que provocas al mover tus brazos, relájate, no lo hagas mecánicamente; mira tu respiración, siente como el aire entra y sale a cada instante, cada vez que te acuerdes sé conciente de este simple pero complejo proceso; al comer, hazlo despacio, sin prisa, saborea más la comida y verás que la sensación será mucho más agradable que de costumbre; obsérvate al saludar a alguien, estrecha su mano con alegría, sintiendo que transmites energía; al platicar con alguien, obsérvate al hablar, al escuchar al otro; si estás sentado, que tus piernas no se muevan, no deben porqué estar haciéndolo, solo es necesario su movimiento cuando vas a desplazarte a algún lado; o hay muchos momentos, en que estás sin hacer nada, mientras tus pensamientos saltan en tu cabeza a toda prisa, piensas una cosa, repentinamente pasas a pensar algo que se relaciona con aquel pensamiento, pero de un instante a otro, sin proponértelo llega un pensamiento completamente diferente a aquello, y sucede tan rápido, ¡parece como cuando observas los trailers de alguna película!...pues bien, la clave para diluir ese proceso es simplemente observarlo, imagina que es un juego, observa con agrado tus pensamientos, sin identificarte con ellos, y de forma mágica empieza a detenerse esa vorágine, pero no porque lo forzaste, simplemente ocurre...
Aprender a observarte es una de las experiencias más simples y enriquecedoras en cuanto hace que nuestra mente se aquiete, empezaremos a sentirnos en calma, y ganaremos control sobre ella, ya no nos conducirá tan fácilmente a momentos dolorosos; con la práctica, sentiremos la necesidad de alejar todo ese cúmulo de sentimientos negativos que albergamos innecesariamente en nuestro interior. Con el paso del tiempo, olvidaremos las ambiciones, seremos más afectuosos, la alegría brotará con mayor facilidad. Desde luego, todo dependerá de nuestra disposición, no del esfuerzo. Dicen las viejas tradiciones espirituales de India que el presente es la puerta de la eternidad, por tanto, no puede pensarse, sólo sentirse.
¿Por Cuánto tiempo más seguirás perdiéndote el presente por estar viajando sin cesar del pasado al futuro? Y ¿cuánto tiempo más necesitarás para aprender a tener control sobre tu mente? A este interrogante, sólo cada quien puede responderlo; mi labor se limita a mostrar que hay otras formas de asumir la vida, y en consonancia con ello, compartirte lo que me ha ayudado ampliar mi cosmovisión, y a partir de ello, lo que he experimentado.
Me parece que llegó el momento de abordar el mundo de la meditación, lo cual requerirá indispensablemente, extirpar ciertos prejuicios occidentales, pero este artículo ya lo alargué demasiado...quizá en un próximo capítulo...
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1.
Siento cortar ahí la idea, pero otro día la seguiré, pues esto es contenido de otro capítulo imprescindible que ya abordaré: el inagotable tema de la libertad humana
2.
Vale recordar que estas últimas ideas mencionadas, se encuentran arraigadas y bien posicionadas en la mayoría de mentes occidentales por cuenta de nuestra falsa percepción de lo que es la felicidad
UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LO QUE ES LA MENTE
Por Jorge Burgos garcía
26-12-08
Sé que calificará de poco ortodoxo, pero de entrada se hace necesario romper el protocolo, para dejarles en claro 3 cosas que facilitarán la interpretación del presente artículo: en primer lugar enunciarles que soy de los que considera que encierra mucho de verdad el principio básico del escepticismo(1); en segundo lugar, advertir que, aunque el tema a tratar sea la mente humana, lo haré por fuera de cualquier marco psicológico o neurológico, pues no pretendo hacer ningún tipo de divulgación –ni mucho menos contribución- científica; y en tercer lugar, puntualizar que lo que aquí describo en torno a nuestras formas de pensar y actuar son TENDENCIAS (no la descripción de leyes absolutas como la gravitación universal) por tanto, susceptibles de ser cuestionadas, reevaluadas y rechazadas por no cumplirse todas las veces.
Esto es así, porque escribo sin ningún tipo de pretensión dogmática, lo que me interesa es dotarlos de ciertos lentes que les permitan descifrar mejor los signos en que está escrita nuestra compleja existencia social, compartirles como se fabrica el tejido de la cultura occidental, para que por esta vía, subsanemos parte de nuestra interminable ignorancia. Puesto en términos específicamente académicos, mi intención no es otra que tratar de mostrar que las ideas políticas y económicas predominantes en el mundo occidental, están presentes en cada una de nuestras mentes, no importando si tienes claros conceptos como los de Capitalismo o Poder; y la forma en que dichas ideas predeterminan buena parte de nuestra conducta en la vida. Menudo desafío. Intentaré probarte esta “singular” hipótesis partiendo de una definición pragmática -absolutamente antiteórica- de mente.
Si lo observamos bien, Lo que llamamos mente, no es más que una sucesión incesante de pensamientos. Eso es, un flujo continuo de pensamientos que la mayor parte del tiempo “rotan” en nuestra cabeza de manera desordenada.
Estás en clase, y piensas en lo que el profesor de ciencias está explicando acerca del funcionamiento del corazón, de repente, -con velocidad asombrosa- pasas a pensar en la cita médica que tienes en la tarde, de inmediato, recuerdas que tenías que comentarle algo al compañero que tienes al lado, aún sin darte cuenta, vuelves a pensar en la clase y te viene a la mente una pregunta pendiente de la clase anterior, al tiempo que atiendes la broma socializada en voz baja por algún compañero que sienta tras de ti…y todo ello ocurre en no más de 4 segundos. Insisto en algo: valoro el escepticismo, si esto no lo experimentas tú, no des crédito a mis palabras, haz caso omiso de las mismas…
Fíjate que en líneas anteriores he dado por sentado, que nuestros pensamientos circulan desorganizadamente la mayor parte del tiempo. No todo el tiempo, a ratos –ya que esto varía de una persona a otra como los rasgos físicos- logramos encauzarlos, enfocarlos alrededor de una sola cosa, sea una conversación con un amigo o amiga, sea en un programa predilecto de la tele, sea resolviendo las preguntas de un examen de matemáticas, sea rezando en la iglesia, escuchando algún llamado de atención de nuestros padres etc. A esa majestuosa capacidad, le llamamos comúnmente concentración. Aunque tengo un reparo que hacer. Incluso aún estando “concentrados”, hay momentos en que inevitablemente, nuestra mente se va de paseo como es su constante, y de acuerdo a la importancia que le demos al evento, le hacemos retornar al asunto lo más pronto posible.
Ahora bien, si profundizamos un tantito más en esto, descubrimos que la mente como tal no existe, su existencia es ficticia, formal, solo es un referente conceptual. Analízalo un momento, lo real, lo verdaderamente real, son los pensamientos. La mente, reitero, es sólo un concepto que empleamos para describir esa manada de ideas (pensamientos) que se mueven salvajemente en el interior del cráneo.
Puesto en conocimiento de ustedes esta excéntrica definición de lo que es la mente, pasemos a escudriñar su interior. Entre los innumerables pensamientos que entrañamos, sobresalen en términos relativos 2: ambición y comparación. Y más que simples pensamientos, son las “enfermedades” que han tenido sumida a la humanidad en un permanente caos político, económico, sociocultural y ecológico a lo largo de su Historia. Sé que a primera vista, la frase anterior parece una abusiva simplificación de la realidad, pero en el fondo no lo es. La complejísima y angustiosa vida que llevamos, querámoslo ver o no, es el fruto de nuestro condicionamiento cultural (2). Y ello tiene su origen en la mente humana; dicho de otra forma, las causas de nuestra potencial autodestrucción se sitúan en nuestro raciocinio.
Recuérdese que la guerra ha sido la constante de la historia, la paz una excepción. Así que lo extraño no es que haya guerra, lo extraño es que vivamos en paz. Las guerras entre las sociedades humanas no han cesado. Más bien lo contrario, han ido en aumento, pues, en la medida en que éstas se han modernizado, su poder de destrucción ha ido acrecentándose de manera exponencial(3). Como afirmó sabiamente el expresidente de Estados Unidos Harry Truman en sus memorias: No hay nada más absurdo que pensar que la guerra puede detenerse con la guerra. La guerra no “previene” nada salvo la paz.
¿Por qué ello ocurre? ¿Dónde está la causa raíz de de las guerras? Esa causa raíz se halla sin duda, en la psiquis del Hombre, en la ambición desmedida de los seres humanos que revestidos de una posición de poder en la sociedad, aspiran a aumentar su dominio político y económico, pasando por encima de quien tengan que pasar, sin escrúpulos de ninguna índole (4). Esta mirada en diferido y desoladora del panorama histórico-cultural de la humanidad a lo largo del tiempo sólo se completa si a su turno, incluimos la interminable y desgarradora lucha que se libra en el interior de las sociedades humanas; nos rige la lógica del darwinismo social: la supervivencia del más apto. A todas luces, una grotesca justificación del individualismo y de su consecuencia inmediata, la creciente desigualdad social en el mundo.
No obstante, aunque desconozcamos esa controvertida teoría, lo cierto del caso –y es lo que me interesa que entres a analizar, NO que lo creas de antemano- es que tendemos a actuar de ese modo, hemos sido condicionados culturalmente para ello. ¿Cómo ha sido ello posible? De la manera más simple y eficaz ha sido posible, el espíritu de la economía de mercado (Capitalismo) y del poder reside en nuestra mente, de la única forma como puede existir en ella: a manera de pensamientos: ambiciona y compárate con los otros…es la lógica a la que somos proclives. Y la preponderancia de ese par de pensamientos, ambición y comparación, es lo que nos tiene en la encrucijada actual, al borde del abismo.
Insisto en algo que enuncié en el primer párrafo, si tenemos el coraje de colocarnos los “lentes del entendimiento”, sin prejuicios, con mente abierta, lo veremos con claridad. La economía capitalista prospera justamente por ello, porque hemos, estamos y parece que seguiremos siendo educados para ambicionar, para compararnos con los demás, para permanecer INDEFINIDAMENTE imbuidos del espíritu de competitividad…si aspiramos a ser alguien reconocido en la vida. Luchamos por ello, sin caer en cuenta que por ese camino nos encontramos face to face con el sufrimiento; causante de tanta angustia, estrés y frustración en occidente y en general en el mundo.
Honestamente,conmueve ver a tantas personas sumidas en la angustia y la desesperación, por estar en suma, obsesionadas con una búsqueda sin sentido, la búsqueda de su felicidad(5), y más aberrante, procurando alcanzarla por la vía equivocada: la vía del dinero, que como bien presumimos, nos permite obtener prestigio, admiración y más importante aún, PODER (Compra y serás feliz, un mensaje que subrepticiamente incorporamos desde niños a nuestra inquieta mente). He aquí un punto importante que no debemos pasar por alto, una indiscutida y flagrante tendencia humana: ambicionar -sin descuidar el espejo retrovisor que divisa la posición de nuestros competidores- para obtener y acrecentar cuanto sea posible nuestro poder, porque poder en lo fundamental, significa influencia; hacer que los demás dobleguen su voluntad y hagan cosas que sin “nuestra influencia” no harían de ningún modo.
Estoy cerca de finalizar grado 11. ¿Qué carrera escojo para estudiar? ¿Qué me proporcionará más probabilidades de ganar más dinero: una ingeniería o medicina? ¿Será mejor estudiar para convertirme en administrador de empresas o economista al fin y al cabo, sería conveniente prepararme para manejar en un futuro cercano el negocio de la familia?
Son las preguntas que, palabras más, palabras menos, nos formulan año tras año, los estudiantes que nos confían parte de sus dilemas existenciales. Lo interesante de esta experiencia, es que si somos honestos y nos preguntamos:
¿Para qué quiero estudiar esa carrera?
La respuesta puedo anticiparte casi sin duda (6), estará asociada a como nos visualizamos en el futuro: con un despampanante carro (como el que promocionan en la tele), una casa grande y lujosa, ropa de marca, teléfono móvil y portátil último modelo, entre muchas otras cosas más… y claro está, nos visualizamos como personas prestigiosas, admiradas por su poder, que siempre están pensando en nuevos proyectos -inversiones de capital- de cara al futuro (dicho de manera tajante: en como seguir mejorando nuestra posición económico-social) y con una familia constituida por un (a) fiel esposo (a) y adorables hijos.
Pero no termina aquí esta primera aproximación a nuestra mente, aún hay más; si reincidimos en formular la misma pregunta: bien, pero… ¿para qué quieres obtener todas esas cosas? ¿Qué lograrás con todo ello? La contestación esta vez, tiende a requerir un momento de reflexión. Pero finalmente aflora con aura de certeza: Porque quiero ser feliz, para sentirme feliz en la vida.
En principio, no hay nada malo en ello, en imaginarnos una vida próspera en lo material y afectivo, es ideal. Sin embargo, si ahondamos un poco más en el asunto, si nos animamos a ensanchar nuestra estrecha y unidimensional visión de la vida, nos daremos cuenta que buena parte de los “problemas” que nos perturban tienen su génesis en nuestra propensión a obsesionarnos con esas metas, a crearnos (como) una especie de fijación mental (7). Si seguimos integrados a esa línea de pensamiento prevaleciente en Occidente, cuando por fuerza de circunstancias subjetivas u objetivas no alcanzamos determinados propósitos, la frustración, la desazón, la tristeza, el estrés, la inconformidad y la baja autoestima, entran a imperar sobre nuestra conducta.
A mi modo de ver, es menester tener proyecciones en la vida, pero es absolutamente absurdo y perjudicial tanto para nuestra salud mental y cultural que nos “fanaticemos”. El hecho, de que en múltiples momentos las cosas no marchen en algunos ámbitos de la vida, según las proyectamos, no es motivo para sentirse un fracasado, un perdedor, un bueno para nada.
Ahora bien, no quiero que se me mal interprete, no promuevo un tipo de mentalidad conformista, ni mucho menos personas holgazanes, sin espíritu de progreso, nada de eso. Lo que anhelo, es que más personas, descubran el remedio para sus males; tenemos a la mano la manera más simple y efectiva de aligerar la carga de sufrimiento que llevamos innecesariamente a cuestas. Sólo requerimos aprender a permanecer relajados, independiente de que tan tenebrosas parezcan tornarse las cosas en la vida; aprender a disfrutar lo que se tiene en el ahora, lo cual demanda, dejar de transportarse compulsivamente al futuro para imaginar las cosas que podrías llegar a adquirir; aprender que lo importante no es lo que podrías llegar a ser, sino aceptarte tal cual eres; en otras palabras, disponerte mentalmente a realizar cada pequeña acción de tu vida con amor, con generosidad, sin pensar demasiado en qué provecho material obtendrás…si lo haces posiblemente empieces a “tropezar” en tu interior con una incontenible sensación de alegría que poco se parece a lo experimentado con anterioridad. Sólo entonces tendrás en las manos la llave que obtusamente buscabas afuera…
En resumen, es esencial que aprendamos a situarnos más en el ahora –más que en el pasado o el futuro-, de lo contrario, seguiremos nuestro recorrido por la existencia con los ojos de la comprensión vendados. Y sin ellos, toda esa interminable lucha por ser alguien reconocido en la vida, traerá aparejada las respectivas dosis de sufrimiento que te mantendrán en un estado perenne de insatisfacción porque no podrás dejar de compararte y ambicionar…siempre habrá algo más que obtener.
Esta intranquilidad que me provoca lo que la mayoría considera sabido, mi deseo de traspasar el sinnúmero creencias que nos ha sido impuesto…me anima a convidarte a que ahondaremos un poco más en la complejidad del ser humano..Pero eso será en un próximo capítulo.
-----------------------------------------------------------------------------------
1.
El escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda… Escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado como verdad…el escepticismo racional, es una posición práctica, científica y epistemológica, en la que se cuestiona la veracidad de afirmaciones que carecen de evidencia empírica suficiente (tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Escepticismo). Enunciado de manera simple: no creas nada a menos que sea el fruto de tu experiencia
2.
Entiéndase por condicionamiento cultural, toda forma de influencia ejercida por las ideas dominantes en el entorno histórico-social sobre el accionar de los individuos. Es interesante traer a colación la definición clásica de condicionamiento: Limitación, restricción que afecta al desarrollo de un proceso o al comportamiento de una persona o cosa (Tomado de http://www.wordreference.com/definicion/condicionamiento)
3.
Por decirlo resumidamente, infinidad de pueblos e imperios se han enfrentado en el decurso de la historia con un solo objetivo: ampliar sus dominios políticos, económicos y socioculturales.
4.
Arrastrando con elocuentes discursos y justificaciones de carácter divino y/o mundano a buena parte de sus subalternos…piénsese en Hitler, Stalin o Napoleón como muestra de ello.
5.
Digo sin sentido, porque muchos no han caído en cuenta que la felicidad auténtica no se busca en nada externo, porque en nada de ello la hallarás.
6.
Es de aclarar que las respuestas que socializaré a continuación son un abstract, de lo que me han respondido en improvisadas conferencias, decenas de jóvenes a los que le he planteado estas cuestiones vitales a lo largo de mis años como docente de estudiantes adolescentes. En últimas, les presento lo que TIENDEN a contestar.
7.
Idea, palabra o imagen que se impone en la mente de una persona de forma repetitiva y con independencia de la voluntad, de forma que no se puede reprimir o evitar con facilidad (tomado de www.diccionarios.com/consultas.php?palabra=Fijaci%C3%B3n&diccionario=definicion).
En términos específicos, nuestra “fijación-madre” gira alrededor de la idea que sólo mejorando indefinidamente nuestra condición económica y social, podremos sentirnos felices en la vida.
26-12-08
Sé que calificará de poco ortodoxo, pero de entrada se hace necesario romper el protocolo, para dejarles en claro 3 cosas que facilitarán la interpretación del presente artículo: en primer lugar enunciarles que soy de los que considera que encierra mucho de verdad el principio básico del escepticismo(1); en segundo lugar, advertir que, aunque el tema a tratar sea la mente humana, lo haré por fuera de cualquier marco psicológico o neurológico, pues no pretendo hacer ningún tipo de divulgación –ni mucho menos contribución- científica; y en tercer lugar, puntualizar que lo que aquí describo en torno a nuestras formas de pensar y actuar son TENDENCIAS (no la descripción de leyes absolutas como la gravitación universal) por tanto, susceptibles de ser cuestionadas, reevaluadas y rechazadas por no cumplirse todas las veces.
Esto es así, porque escribo sin ningún tipo de pretensión dogmática, lo que me interesa es dotarlos de ciertos lentes que les permitan descifrar mejor los signos en que está escrita nuestra compleja existencia social, compartirles como se fabrica el tejido de la cultura occidental, para que por esta vía, subsanemos parte de nuestra interminable ignorancia. Puesto en términos específicamente académicos, mi intención no es otra que tratar de mostrar que las ideas políticas y económicas predominantes en el mundo occidental, están presentes en cada una de nuestras mentes, no importando si tienes claros conceptos como los de Capitalismo o Poder; y la forma en que dichas ideas predeterminan buena parte de nuestra conducta en la vida. Menudo desafío. Intentaré probarte esta “singular” hipótesis partiendo de una definición pragmática -absolutamente antiteórica- de mente.
Si lo observamos bien, Lo que llamamos mente, no es más que una sucesión incesante de pensamientos. Eso es, un flujo continuo de pensamientos que la mayor parte del tiempo “rotan” en nuestra cabeza de manera desordenada.
Estás en clase, y piensas en lo que el profesor de ciencias está explicando acerca del funcionamiento del corazón, de repente, -con velocidad asombrosa- pasas a pensar en la cita médica que tienes en la tarde, de inmediato, recuerdas que tenías que comentarle algo al compañero que tienes al lado, aún sin darte cuenta, vuelves a pensar en la clase y te viene a la mente una pregunta pendiente de la clase anterior, al tiempo que atiendes la broma socializada en voz baja por algún compañero que sienta tras de ti…y todo ello ocurre en no más de 4 segundos. Insisto en algo: valoro el escepticismo, si esto no lo experimentas tú, no des crédito a mis palabras, haz caso omiso de las mismas…
Fíjate que en líneas anteriores he dado por sentado, que nuestros pensamientos circulan desorganizadamente la mayor parte del tiempo. No todo el tiempo, a ratos –ya que esto varía de una persona a otra como los rasgos físicos- logramos encauzarlos, enfocarlos alrededor de una sola cosa, sea una conversación con un amigo o amiga, sea en un programa predilecto de la tele, sea resolviendo las preguntas de un examen de matemáticas, sea rezando en la iglesia, escuchando algún llamado de atención de nuestros padres etc. A esa majestuosa capacidad, le llamamos comúnmente concentración. Aunque tengo un reparo que hacer. Incluso aún estando “concentrados”, hay momentos en que inevitablemente, nuestra mente se va de paseo como es su constante, y de acuerdo a la importancia que le demos al evento, le hacemos retornar al asunto lo más pronto posible.
Ahora bien, si profundizamos un tantito más en esto, descubrimos que la mente como tal no existe, su existencia es ficticia, formal, solo es un referente conceptual. Analízalo un momento, lo real, lo verdaderamente real, son los pensamientos. La mente, reitero, es sólo un concepto que empleamos para describir esa manada de ideas (pensamientos) que se mueven salvajemente en el interior del cráneo.
Puesto en conocimiento de ustedes esta excéntrica definición de lo que es la mente, pasemos a escudriñar su interior. Entre los innumerables pensamientos que entrañamos, sobresalen en términos relativos 2: ambición y comparación. Y más que simples pensamientos, son las “enfermedades” que han tenido sumida a la humanidad en un permanente caos político, económico, sociocultural y ecológico a lo largo de su Historia. Sé que a primera vista, la frase anterior parece una abusiva simplificación de la realidad, pero en el fondo no lo es. La complejísima y angustiosa vida que llevamos, querámoslo ver o no, es el fruto de nuestro condicionamiento cultural (2). Y ello tiene su origen en la mente humana; dicho de otra forma, las causas de nuestra potencial autodestrucción se sitúan en nuestro raciocinio.
Recuérdese que la guerra ha sido la constante de la historia, la paz una excepción. Así que lo extraño no es que haya guerra, lo extraño es que vivamos en paz. Las guerras entre las sociedades humanas no han cesado. Más bien lo contrario, han ido en aumento, pues, en la medida en que éstas se han modernizado, su poder de destrucción ha ido acrecentándose de manera exponencial(3). Como afirmó sabiamente el expresidente de Estados Unidos Harry Truman en sus memorias: No hay nada más absurdo que pensar que la guerra puede detenerse con la guerra. La guerra no “previene” nada salvo la paz.
¿Por qué ello ocurre? ¿Dónde está la causa raíz de de las guerras? Esa causa raíz se halla sin duda, en la psiquis del Hombre, en la ambición desmedida de los seres humanos que revestidos de una posición de poder en la sociedad, aspiran a aumentar su dominio político y económico, pasando por encima de quien tengan que pasar, sin escrúpulos de ninguna índole (4). Esta mirada en diferido y desoladora del panorama histórico-cultural de la humanidad a lo largo del tiempo sólo se completa si a su turno, incluimos la interminable y desgarradora lucha que se libra en el interior de las sociedades humanas; nos rige la lógica del darwinismo social: la supervivencia del más apto. A todas luces, una grotesca justificación del individualismo y de su consecuencia inmediata, la creciente desigualdad social en el mundo.
No obstante, aunque desconozcamos esa controvertida teoría, lo cierto del caso –y es lo que me interesa que entres a analizar, NO que lo creas de antemano- es que tendemos a actuar de ese modo, hemos sido condicionados culturalmente para ello. ¿Cómo ha sido ello posible? De la manera más simple y eficaz ha sido posible, el espíritu de la economía de mercado (Capitalismo) y del poder reside en nuestra mente, de la única forma como puede existir en ella: a manera de pensamientos: ambiciona y compárate con los otros…es la lógica a la que somos proclives. Y la preponderancia de ese par de pensamientos, ambición y comparación, es lo que nos tiene en la encrucijada actual, al borde del abismo.
Insisto en algo que enuncié en el primer párrafo, si tenemos el coraje de colocarnos los “lentes del entendimiento”, sin prejuicios, con mente abierta, lo veremos con claridad. La economía capitalista prospera justamente por ello, porque hemos, estamos y parece que seguiremos siendo educados para ambicionar, para compararnos con los demás, para permanecer INDEFINIDAMENTE imbuidos del espíritu de competitividad…si aspiramos a ser alguien reconocido en la vida. Luchamos por ello, sin caer en cuenta que por ese camino nos encontramos face to face con el sufrimiento; causante de tanta angustia, estrés y frustración en occidente y en general en el mundo.
Honestamente,conmueve ver a tantas personas sumidas en la angustia y la desesperación, por estar en suma, obsesionadas con una búsqueda sin sentido, la búsqueda de su felicidad(5), y más aberrante, procurando alcanzarla por la vía equivocada: la vía del dinero, que como bien presumimos, nos permite obtener prestigio, admiración y más importante aún, PODER (Compra y serás feliz, un mensaje que subrepticiamente incorporamos desde niños a nuestra inquieta mente). He aquí un punto importante que no debemos pasar por alto, una indiscutida y flagrante tendencia humana: ambicionar -sin descuidar el espejo retrovisor que divisa la posición de nuestros competidores- para obtener y acrecentar cuanto sea posible nuestro poder, porque poder en lo fundamental, significa influencia; hacer que los demás dobleguen su voluntad y hagan cosas que sin “nuestra influencia” no harían de ningún modo.
Estoy cerca de finalizar grado 11. ¿Qué carrera escojo para estudiar? ¿Qué me proporcionará más probabilidades de ganar más dinero: una ingeniería o medicina? ¿Será mejor estudiar para convertirme en administrador de empresas o economista al fin y al cabo, sería conveniente prepararme para manejar en un futuro cercano el negocio de la familia?
Son las preguntas que, palabras más, palabras menos, nos formulan año tras año, los estudiantes que nos confían parte de sus dilemas existenciales. Lo interesante de esta experiencia, es que si somos honestos y nos preguntamos:
¿Para qué quiero estudiar esa carrera?
La respuesta puedo anticiparte casi sin duda (6), estará asociada a como nos visualizamos en el futuro: con un despampanante carro (como el que promocionan en la tele), una casa grande y lujosa, ropa de marca, teléfono móvil y portátil último modelo, entre muchas otras cosas más… y claro está, nos visualizamos como personas prestigiosas, admiradas por su poder, que siempre están pensando en nuevos proyectos -inversiones de capital- de cara al futuro (dicho de manera tajante: en como seguir mejorando nuestra posición económico-social) y con una familia constituida por un (a) fiel esposo (a) y adorables hijos.
Pero no termina aquí esta primera aproximación a nuestra mente, aún hay más; si reincidimos en formular la misma pregunta: bien, pero… ¿para qué quieres obtener todas esas cosas? ¿Qué lograrás con todo ello? La contestación esta vez, tiende a requerir un momento de reflexión. Pero finalmente aflora con aura de certeza: Porque quiero ser feliz, para sentirme feliz en la vida.
En principio, no hay nada malo en ello, en imaginarnos una vida próspera en lo material y afectivo, es ideal. Sin embargo, si ahondamos un poco más en el asunto, si nos animamos a ensanchar nuestra estrecha y unidimensional visión de la vida, nos daremos cuenta que buena parte de los “problemas” que nos perturban tienen su génesis en nuestra propensión a obsesionarnos con esas metas, a crearnos (como) una especie de fijación mental (7). Si seguimos integrados a esa línea de pensamiento prevaleciente en Occidente, cuando por fuerza de circunstancias subjetivas u objetivas no alcanzamos determinados propósitos, la frustración, la desazón, la tristeza, el estrés, la inconformidad y la baja autoestima, entran a imperar sobre nuestra conducta.
A mi modo de ver, es menester tener proyecciones en la vida, pero es absolutamente absurdo y perjudicial tanto para nuestra salud mental y cultural que nos “fanaticemos”. El hecho, de que en múltiples momentos las cosas no marchen en algunos ámbitos de la vida, según las proyectamos, no es motivo para sentirse un fracasado, un perdedor, un bueno para nada.
Ahora bien, no quiero que se me mal interprete, no promuevo un tipo de mentalidad conformista, ni mucho menos personas holgazanes, sin espíritu de progreso, nada de eso. Lo que anhelo, es que más personas, descubran el remedio para sus males; tenemos a la mano la manera más simple y efectiva de aligerar la carga de sufrimiento que llevamos innecesariamente a cuestas. Sólo requerimos aprender a permanecer relajados, independiente de que tan tenebrosas parezcan tornarse las cosas en la vida; aprender a disfrutar lo que se tiene en el ahora, lo cual demanda, dejar de transportarse compulsivamente al futuro para imaginar las cosas que podrías llegar a adquirir; aprender que lo importante no es lo que podrías llegar a ser, sino aceptarte tal cual eres; en otras palabras, disponerte mentalmente a realizar cada pequeña acción de tu vida con amor, con generosidad, sin pensar demasiado en qué provecho material obtendrás…si lo haces posiblemente empieces a “tropezar” en tu interior con una incontenible sensación de alegría que poco se parece a lo experimentado con anterioridad. Sólo entonces tendrás en las manos la llave que obtusamente buscabas afuera…
En resumen, es esencial que aprendamos a situarnos más en el ahora –más que en el pasado o el futuro-, de lo contrario, seguiremos nuestro recorrido por la existencia con los ojos de la comprensión vendados. Y sin ellos, toda esa interminable lucha por ser alguien reconocido en la vida, traerá aparejada las respectivas dosis de sufrimiento que te mantendrán en un estado perenne de insatisfacción porque no podrás dejar de compararte y ambicionar…siempre habrá algo más que obtener.
Esta intranquilidad que me provoca lo que la mayoría considera sabido, mi deseo de traspasar el sinnúmero creencias que nos ha sido impuesto…me anima a convidarte a que ahondaremos un poco más en la complejidad del ser humano..Pero eso será en un próximo capítulo.
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1.
El escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda… Escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado como verdad…el escepticismo racional, es una posición práctica, científica y epistemológica, en la que se cuestiona la veracidad de afirmaciones que carecen de evidencia empírica suficiente (tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Escepticismo). Enunciado de manera simple: no creas nada a menos que sea el fruto de tu experiencia
2.
Entiéndase por condicionamiento cultural, toda forma de influencia ejercida por las ideas dominantes en el entorno histórico-social sobre el accionar de los individuos. Es interesante traer a colación la definición clásica de condicionamiento: Limitación, restricción que afecta al desarrollo de un proceso o al comportamiento de una persona o cosa (Tomado de http://www.wordreference.com/definicion/condicionamiento)
3.
Por decirlo resumidamente, infinidad de pueblos e imperios se han enfrentado en el decurso de la historia con un solo objetivo: ampliar sus dominios políticos, económicos y socioculturales.
4.
Arrastrando con elocuentes discursos y justificaciones de carácter divino y/o mundano a buena parte de sus subalternos…piénsese en Hitler, Stalin o Napoleón como muestra de ello.
5.
Digo sin sentido, porque muchos no han caído en cuenta que la felicidad auténtica no se busca en nada externo, porque en nada de ello la hallarás.
6.
Es de aclarar que las respuestas que socializaré a continuación son un abstract, de lo que me han respondido en improvisadas conferencias, decenas de jóvenes a los que le he planteado estas cuestiones vitales a lo largo de mis años como docente de estudiantes adolescentes. En últimas, les presento lo que TIENDEN a contestar.
7.
Idea, palabra o imagen que se impone en la mente de una persona de forma repetitiva y con independencia de la voluntad, de forma que no se puede reprimir o evitar con facilidad (tomado de www.diccionarios.com/consultas.php?palabra=Fijaci%C3%B3n&diccionario=definicion).
En términos específicos, nuestra “fijación-madre” gira alrededor de la idea que sólo mejorando indefinidamente nuestra condición económica y social, podremos sentirnos felices en la vida.
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