Palabras de Buda

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martes, 26 de junio de 2012

¿Es equivocada nuestra idea del amor? (I parte)

Una sociedad con déficit de amor

Por  Jorge Burgos García
25-06-12

Desde hace más o menos una década  comencé a caer en cuenta que una probable explicación  a los innumerables conflictos que afrontamos en nuestro diario vivir está, más que relacionada con asuntos socioeconómicos, políticos, ambientales o culturales, con nuestras ideas erradas sobre el amor, con la forma como lo asumimos en nuestra vida. Con un agravante, el Cristianismo, que predomina de forma mayoritaria en Occidente, gravita alrededor de la difusión del amor (1). Esto desde luego,  es una evidente contradicción. Desde niños nos enseñan el mensaje cristiano, No obstante, en líneas generales, las relaciones que establecemos con otras personas (sean familiares, amistosas, laborales, comunitarias o sentimentales) están caracterizadas por tener déficit de amor. Este déficit,  se ve reflejado en actitudes de indiferencia, bajo grado de solidaridad y en ciertos casos, odio. Al respecto, el maestro Leo Buscaglia en uno de sus libros manifiesta:

“Estoy convencido de que lo opuesto al amor no es el odio, sino la apatía, la indiferencia. Si alguien me odia debe “sentir” algo...por tanto existe alguna forma en la que pueda llegar a el”. (2)

A lo anterior, habría que agregar, lo que a mí entender, es la más lamentable de nuestras actitudes: tendemos a actuar con intenciones negativas, nos habituamos a ello. Esto ocurre, cuando no comprendemos bien como poner en práctica eso que llamamos amor. Se pierde de vista que, al obrar de ese modo con otras personas, además de poder generar daño en el otro y nuevas situaciones conflictivas, ponemos en evidencia lo mucho que ignoramos sobre el amor. Y por consiguiente, cerramos –desde nuestro actuar cotidiano en el marco de las relaciones que fijamos con los miembros de la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo y/ o estudio, con los vecinos  y en calidad de ciudadanos propiamente,  y con nuestra pareja- la posibilidad de crear un entorno armónico; cerramos la posibilidad de hacer que la paz pase de los discursos a los hechos. Cerramos la posibilidad de convertirla en un fenómeno creciente en la sociedad.

No caemos en cuenta -en muchos casos pareciera que el común de las personas ni lo sospecha-  que la verdadera paz, esa que tanto se anhela,  no será fruto del fin de los conflictos de poder y de diversa índole que vemos a través de los medios de comunicación, sino que será el fruto de la positiva conexión que podamos crear con las personas que nos relacionamos a diario. En la mayoría de casos, sólo nos “relacionamos”, no generamos más que una débil conexión con quienes interactuamos en la vida diaria (y en muchos casos, ni siquiera la creamos). Una conexión positiva, que vale remarcar, sólo se logra, si nos habituamos a actuar frente a los demás con buenas intenciones, disipando la indiferencia y apatía –como indicó magistralmente Leo Buscaglia-   que obstaculizan nuestro enorme potencial de amor. En verdad, si no cambiamos esta perspectiva, sino cambiamos la forma como nos relacionamos unos con otros, la  construcción de un mundo más pacífico y humano –que redundante es, que necesitemos crear un mundo más humano los seres humanos- no dejará de ser una utopía.

En este sentido, es  que considero que el tema es esencial, y lo que hago por medio de este artículo no es más que intentar comunicarlo a mis lectores, habida cuenta que es un asunto crucial de nuestra existencia. Antes de seguir, les recuerdo uno de los principios que he adoptado en la vida: si observas algo valioso  o de tu interés en alguno de mis planteamientos, aprópiate de el y encuentra la manera de aplicarlo a tu vida, en caso contrario, te agradezco la atención dispensada.

Seguimos en el próximo capítulo…





1. La sentencia que resume el mensaje cristiano es: "Ama a tu prójimo como a tí mismo"

2. BUSCAGLIA, Leo. El amor, la experiencia más importante de la vida. Edit. Diana-México. Pág. 41

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