XI parte. El amor y los prejuicios
Por Jorge Burgos García
20-08-12
En el artículo
anterior, analizaba uno de los elementos más complejos alrededor del amor, las
expectativas. Es natural que genere resistencia comprender que estas no son
necesarias en el plano del amor, pues vivimos en una sociedad, cuyo educación
está fundada en la planeación y consecución de logros. Es decir, en la
generación de una serie de expectativas
que deben satisfacerse. Así que de un momento a otro, entender que si avanzamos
por una relación amorosa sin expectativas no parece una buena idea, no parece
una decisión inteligente. Más bien lo contrario, pensaremos que estamos
sentenciando la relación al fracaso.
Respeto
profundamente esa postura tradicional frente a este tema. No obstante, a mi
manera de ver, son las expectativas las causantes de buena parte del
sufrimiento que nos genera el amor. Una cosa, es ilusionarse, pensar que si la
relación amorosa con una persona marcha
bien, debería continuar del mismo modo. Eso lo comprendo. Lo que es inaceptable
e insano, es pensar que porque las cosas estén funcionando bien, ello va a
continuar así invariablemente. Puede que sí, es una posibilidad. Pero no
podemos descartar la otra posibilidad: puede que el amor se extinga. Puede que el tiempo que compartamos junto a
alguien, deje de emocionarnos. Es posible que uno de los 2, deje de sentirse
cómodo en la relación, sea porque se siente “aprisionado” –cosa muy común-, o
quizás porque empiece a sentir interés por otra persona. O podrían existir otras razones más, porque
el amor es un fenómeno humano. Y por tanto, está sujeto a cambios, los
sentimientos no sin estáticos. A veces, el amor no cesa de crecer entre 2
personas con el paso del tiempo. Es maravilloso cuando ello ocurre. Pero otras
veces, pasa lo contrario. Por ello, como expliqué en el artículo anterior, creo
que deberíamos dejar de prometernos cosas, creo que deberíamos de fijarnos de
antemano, el rumbo que le queremos dar una relación con alguien. Creo que el
tiempo, junto a la intensidad del
romance, nos irá dando señales inequívocas sobre la “forma” que podría asumir la relación en el
futuro.
Ahora bien, la
pregunta obligada: ¿Como sería amar sin expectativas?. No es nada complejo, es
simplemente aprender a no poner condiciones
en una relación. Es aprender a ir despacio, sin afán en el terreno del amor.
Esto no es enrevesado. Pero sucede que nos enfrentamos a una dificultad
mayúscula en este punto: la vertiginosa sociedad moderna de la que hacemos
parte, nos conduce -en muchos casos
inconscientemente- a querer conseguir las cosas pronto, de manera casi
instantánea. Y Puede que ello sea válido en otros ámbitos de la sociedad, pero
en el ámbito del amor no tiene mayor validez, casi siempre es perjudicial.
Una sana
relación de amor, muy probablemente no se construye, en una noche de fiesta, ni
en un par de citas. Quizás haya excepciones, pero lo natural, es que cuando nos
damos la oportunidad de compartir con alguien que empieza a despertar nuestro
interés, se requiera tiempo para conocer
un poco más del otro. Tiempo para comprobar si realmente, nuestros corazones
empiezan a latir con fuerza cuando se tiene la ocasión de interactuar. Tiempo
para intuir, si lo que empezamos a percibir en el otro –y por el otro- es real o una ilusión construida por nuestras
emociones primarias. Pues, es parte de la vida, que nuestro interés sea mayor
al del otro o viceversa. O pude que ello, sea así al comienzo y al cabo de unas
cuantas citas la proporción haya variado. En fin, el amor tiene muchas
variables. Pero, quiero dar cuenta que sólo las conoceremos si dejamos la
prisa, si dejamos de tomar decisiones precipitadas. Una cosa es tener
mentalidad liberal. Eso es plausible. Es mucho mejor crecer en una sociedad,
donde puedo escoger con quien establecer una relación afectiva que una donde no
tenga esa opción. Pero ello, no debe conducirnos a “liberarnos” de manera
extrema en asuntos de amor. Por regla general, una buena relación de amor toma
tiempo. No lo olvidemos.
Otro de los
elementos más importantes, en esto que denomino amar sin expectativas, es no
tener prejuicios en materia
afectiva. Y los hay de todo tipo. Nos colocamos en búsqueda de una potencial
pareja (sea para construir una relación formal o incluso informal) con un
“perfil” construido de antemano. Eso es ser prejuicioso, es limitar nuestras posibilidades de
coincidir con una persona que encaje armónicamente con nosotros. Quiero decir
que, si anticipadamente, nos hacemos a
la idea que la persona con la que deseamos construir una relación deba tener
determinadas características físicas, deba tener una edad que oscile en un
rango determinado, deba tener ciertas
condiciones económicas, determinada
profesión y además, deba tener la aprobación de mi círculo de amigos y
familiares. A mi entender,
todas esas condiciones, que comúnmente nos configuramos mentalmente, nos
restringen nuestras probabilidades de encontrar una persona con la que podamos
estar plenamente sintonizados. Varios de esos “requisitos” debieran ser irrelevantes, porque lo que
estamos haciendo se asemeja más a un examen de admisión que a la búsqueda de
una relación sentimental.
Para mi,
amar sin expectativas, está directamente relacionado con potenciar nuestra
afectividad interna, en desarrollar un corazón abierto al amor, en no pretender “atar” los sentimientos de una
persona a los nuestros. Eso no está bien, eso es una forma de violencia, es
causal de sufrimiento. Mientras el amor esté vivo disfrutémoslo, pero cuando “muera” debemos aceptarlo con
dignidad. No queda otro camino. No tiene sentido mantener una relación forzada,
engañándonos a nosotros mismos, manteniendo la falsa ilusión que el amor aún
está presente. Lo más sano y constructivo que podemos hacer por respeto a uno
mismo y al otro es separarse cuando se sienta que el amor se esfumó. Tal vez
vuelva pasado un tiempo, pero tal vez no. Eso es un signo de madurez, eso es asumir plenamente
la libertad (no intentar mantener
confinando a alguien en el “cajón” de una relación). Mientras, debemos preparar nuestro ser para intentarlo
más adelante. Mientras llega una nueva oportunidad, limitémonos a seguir
desarrollando nuestra capacidad de dar afecto.
De la libertad, de la importancia
de la comunicación y la confianza que
deben caracterizar una relación de amor…será del o que hablaré en nuestro próximo
capítulo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario