Palabras de Buda

Palabras de Buda

viernes, 15 de enero de 2010

UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LO QUE ES LA MENTE

Por Jorge Burgos garcía
26-12-08


Sé que calificará de poco ortodoxo, pero de entrada se hace necesario romper el protocolo, para dejarles en claro 3 cosas que facilitarán la interpretación del presente artículo: en primer lugar enunciarles que soy de los que considera que encierra mucho de verdad el principio básico del escepticismo(1); en segundo lugar, advertir que, aunque el tema a tratar sea la mente humana, lo haré por fuera de cualquier marco psicológico o neurológico, pues no pretendo hacer ningún tipo de divulgación –ni mucho menos contribución- científica; y en tercer lugar, puntualizar que lo que aquí describo en torno a nuestras formas de pensar y actuar son TENDENCIAS (no la descripción de leyes absolutas como la gravitación universal) por tanto, susceptibles de ser cuestionadas, reevaluadas y rechazadas por no cumplirse todas las veces.


Esto es así, porque escribo sin ningún tipo de pretensión dogmática, lo que me interesa es dotarlos de ciertos lentes que les permitan descifrar mejor los signos en que está escrita nuestra compleja existencia social, compartirles como se fabrica el tejido de la cultura occidental, para que por esta vía, subsanemos parte de nuestra interminable ignorancia. Puesto en términos específicamente académicos, mi intención no es otra que tratar de mostrar que las ideas políticas y económicas predominantes en el mundo occidental, están presentes en cada una de nuestras mentes, no importando si tienes claros conceptos como los de Capitalismo o Poder; y la forma en que dichas ideas predeterminan buena parte de nuestra conducta en la vida. Menudo desafío. Intentaré probarte esta “singular” hipótesis partiendo de una definición pragmática -absolutamente antiteórica- de mente.

Si lo observamos bien, Lo que llamamos mente, no es más que una sucesión incesante de pensamientos. Eso es, un flujo continuo de pensamientos que la mayor parte del tiempo “rotan” en nuestra cabeza de manera desordenada.

Estás en clase, y piensas en lo que el profesor de ciencias está explicando acerca del funcionamiento del corazón, de repente, -con velocidad asombrosa- pasas a pensar en la cita médica que tienes en la tarde, de inmediato, recuerdas que tenías que comentarle algo al compañero que tienes al lado, aún sin darte cuenta, vuelves a pensar en la clase y te viene a la mente una pregunta pendiente de la clase anterior, al tiempo que atiendes la broma socializada en voz baja por algún compañero que sienta tras de ti…y todo ello ocurre en no más de 4 segundos. Insisto en algo: valoro el escepticismo, si esto no lo experimentas tú, no des crédito a mis palabras, haz caso omiso de las mismas…

Fíjate que en líneas anteriores he dado por sentado, que nuestros pensamientos circulan desorganizadamente la mayor parte del tiempo. No todo el tiempo, a ratos –ya que esto varía de una persona a otra como los rasgos físicos- logramos encauzarlos, enfocarlos alrededor de una sola cosa, sea una conversación con un amigo o amiga, sea en un programa predilecto de la tele, sea resolviendo las preguntas de un examen de matemáticas, sea rezando en la iglesia, escuchando algún llamado de atención de nuestros padres etc. A esa majestuosa capacidad, le llamamos comúnmente concentración. Aunque tengo un reparo que hacer. Incluso aún estando “concentrados”, hay momentos en que inevitablemente, nuestra mente se va de paseo como es su constante, y de acuerdo a la importancia que le demos al evento, le hacemos retornar al asunto lo más pronto posible.

Ahora bien, si profundizamos un tantito más en esto, descubrimos que la mente como tal no existe, su existencia es ficticia, formal, solo es un referente conceptual. Analízalo un momento, lo real, lo verdaderamente real, son los pensamientos. La mente, reitero, es sólo un concepto que empleamos para describir esa manada de ideas (pensamientos) que se mueven salvajemente en el interior del cráneo.

Puesto en conocimiento de ustedes esta excéntrica definición de lo que es la mente, pasemos a escudriñar su interior. Entre los innumerables pensamientos que entrañamos, sobresalen en términos relativos 2: ambición y comparación. Y más que simples pensamientos, son las “enfermedades” que han tenido sumida a la humanidad en un permanente caos político, económico, sociocultural y ecológico a lo largo de su Historia. Sé que a primera vista, la frase anterior parece una abusiva simplificación de la realidad, pero en el fondo no lo es. La complejísima y angustiosa vida que llevamos, querámoslo ver o no, es el fruto de nuestro condicionamiento cultural (2). Y ello tiene su origen en la mente humana; dicho de otra forma, las causas de nuestra potencial autodestrucción se sitúan en nuestro raciocinio.

Recuérdese que la guerra ha sido la constante de la historia, la paz una excepción. Así que lo extraño no es que haya guerra, lo extraño es que vivamos en paz. Las guerras entre las sociedades humanas no han cesado. Más bien lo contrario, han ido en aumento, pues, en la medida en que éstas se han modernizado, su poder de destrucción ha ido acrecentándose de manera exponencial(3). Como afirmó sabiamente el expresidente de Estados Unidos Harry Truman en sus memorias: No hay nada más absurdo que pensar que la guerra puede detenerse con la guerra. La guerra no “previene” nada salvo la paz.

¿Por qué ello ocurre? ¿Dónde está la causa raíz de de las guerras? Esa causa raíz se halla sin duda, en la psiquis del Hombre, en la ambición desmedida de los seres humanos que revestidos de una posición de poder en la sociedad, aspiran a aumentar su dominio político y económico, pasando por encima de quien tengan que pasar, sin escrúpulos de ninguna índole (4). Esta mirada en diferido y desoladora del panorama histórico-cultural de la humanidad a lo largo del tiempo sólo se completa si a su turno, incluimos la interminable y desgarradora lucha que se libra en el interior de las sociedades humanas; nos rige la lógica del darwinismo social: la supervivencia del más apto. A todas luces, una grotesca justificación del individualismo y de su consecuencia inmediata, la creciente desigualdad social en el mundo.

No obstante, aunque desconozcamos esa controvertida teoría, lo cierto del caso –y es lo que me interesa que entres a analizar, NO que lo creas de antemano- es que tendemos a actuar de ese modo, hemos sido condicionados culturalmente para ello. ¿Cómo ha sido ello posible? De la manera más simple y eficaz ha sido posible, el espíritu de la economía de mercado (Capitalismo) y del poder reside en nuestra mente, de la única forma como puede existir en ella: a manera de pensamientos: ambiciona y compárate con los otros…es la lógica a la que somos proclives. Y la preponderancia de ese par de pensamientos, ambición y comparación, es lo que nos tiene en la encrucijada actual, al borde del abismo.

Insisto en algo que enuncié en el primer párrafo, si tenemos el coraje de colocarnos los “lentes del entendimiento”, sin prejuicios, con mente abierta, lo veremos con claridad. La economía capitalista prospera justamente por ello, porque hemos, estamos y parece que seguiremos siendo educados para ambicionar, para compararnos con los demás, para permanecer INDEFINIDAMENTE imbuidos del espíritu de competitividad…si aspiramos a ser alguien reconocido en la vida. Luchamos por ello, sin caer en cuenta que por ese camino nos encontramos face to face con el sufrimiento; causante de tanta angustia, estrés y frustración en occidente y en general en el mundo.

Honestamente,conmueve ver a tantas personas sumidas en la angustia y la desesperación, por estar en suma, obsesionadas con una búsqueda sin sentido, la búsqueda de su felicidad(5), y más aberrante, procurando alcanzarla por la vía equivocada: la vía del dinero, que como bien presumimos, nos permite obtener prestigio, admiración y más importante aún, PODER (Compra y serás feliz, un mensaje que subrepticiamente incorporamos desde niños a nuestra inquieta mente). He aquí un punto importante que no debemos pasar por alto, una indiscutida y flagrante tendencia humana: ambicionar -sin descuidar el espejo retrovisor que divisa la posición de nuestros competidores- para obtener y acrecentar cuanto sea posible nuestro poder, porque poder en lo fundamental, significa influencia; hacer que los demás dobleguen su voluntad y hagan cosas que sin “nuestra influencia” no harían de ningún modo.

Estoy cerca de finalizar grado 11. ¿Qué carrera escojo para estudiar? ¿Qué me proporcionará más probabilidades de ganar más dinero: una ingeniería o medicina? ¿Será mejor estudiar para convertirme en administrador de empresas o economista al fin y al cabo, sería conveniente prepararme para manejar en un futuro cercano el negocio de la familia?

Son las preguntas que, palabras más, palabras menos, nos formulan año tras año, los estudiantes que nos confían parte de sus dilemas existenciales. Lo interesante de esta experiencia, es que si somos honestos y nos preguntamos:
¿Para qué quiero estudiar esa carrera?

La respuesta puedo anticiparte casi sin duda (6), estará asociada a como nos visualizamos en el futuro: con un despampanante carro (como el que promocionan en la tele), una casa grande y lujosa, ropa de marca, teléfono móvil y portátil último modelo, entre muchas otras cosas más… y claro está, nos visualizamos como personas prestigiosas, admiradas por su poder, que siempre están pensando en nuevos proyectos -inversiones de capital- de cara al futuro (dicho de manera tajante: en como seguir mejorando nuestra posición económico-social) y con una familia constituida por un (a) fiel esposo (a) y adorables hijos.

Pero no termina aquí esta primera aproximación a nuestra mente, aún hay más; si reincidimos en formular la misma pregunta: bien, pero… ¿para qué quieres obtener todas esas cosas? ¿Qué lograrás con todo ello? La contestación esta vez, tiende a requerir un momento de reflexión. Pero finalmente aflora con aura de certeza: Porque quiero ser feliz, para sentirme feliz en la vida.

En principio, no hay nada malo en ello, en imaginarnos una vida próspera en lo material y afectivo, es ideal. Sin embargo, si ahondamos un poco más en el asunto, si nos animamos a ensanchar nuestra estrecha y unidimensional visión de la vida, nos daremos cuenta que buena parte de los “problemas” que nos perturban tienen su génesis en nuestra propensión a obsesionarnos con esas metas, a crearnos (como) una especie de fijación mental (7). Si seguimos integrados a esa línea de pensamiento prevaleciente en Occidente, cuando por fuerza de circunstancias subjetivas u objetivas no alcanzamos determinados propósitos, la frustración, la desazón, la tristeza, el estrés, la inconformidad y la baja autoestima, entran a imperar sobre nuestra conducta.

A mi modo de ver, es menester tener proyecciones en la vida, pero es absolutamente absurdo y perjudicial tanto para nuestra salud mental y cultural que nos “fanaticemos”. El hecho, de que en múltiples momentos las cosas no marchen en algunos ámbitos de la vida, según las proyectamos, no es motivo para sentirse un fracasado, un perdedor, un bueno para nada.

Ahora bien, no quiero que se me mal interprete, no promuevo un tipo de mentalidad conformista, ni mucho menos personas holgazanes, sin espíritu de progreso, nada de eso. Lo que anhelo, es que más personas, descubran el remedio para sus males; tenemos a la mano la manera más simple y efectiva de aligerar la carga de sufrimiento que llevamos innecesariamente a cuestas. Sólo requerimos aprender a permanecer relajados, independiente de que tan tenebrosas parezcan tornarse las cosas en la vida; aprender a disfrutar lo que se tiene en el ahora, lo cual demanda, dejar de transportarse compulsivamente al futuro para imaginar las cosas que podrías llegar a adquirir; aprender que lo importante no es lo que podrías llegar a ser, sino aceptarte tal cual eres; en otras palabras, disponerte mentalmente a realizar cada pequeña acción de tu vida con amor, con generosidad, sin pensar demasiado en qué provecho material obtendrás…si lo haces posiblemente empieces a “tropezar” en tu interior con una incontenible sensación de alegría que poco se parece a lo experimentado con anterioridad. Sólo entonces tendrás en las manos la llave que obtusamente buscabas afuera…

En resumen, es esencial que aprendamos a situarnos más en el ahora –más que en el pasado o el futuro-, de lo contrario, seguiremos nuestro recorrido por la existencia con los ojos de la comprensión vendados. Y sin ellos, toda esa interminable lucha por ser alguien reconocido en la vida, traerá aparejada las respectivas dosis de sufrimiento que te mantendrán en un estado perenne de insatisfacción porque no podrás dejar de compararte y ambicionar…siempre habrá algo más que obtener.

Esta intranquilidad que me provoca lo que la mayoría considera sabido, mi deseo de traspasar el sinnúmero creencias que nos ha sido impuesto…me anima a convidarte a que ahondaremos un poco más en la complejidad del ser humano..Pero eso será en un próximo capítulo.

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1.
El escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda… Escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que generalmente está aceptado como verdad…el escepticismo racional, es una posición práctica, científica y epistemológica, en la que se cuestiona la veracidad de afirmaciones que carecen de evidencia empírica suficiente (tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Escepticismo). Enunciado de manera simple: no creas nada a menos que sea el fruto de tu experiencia

2.
Entiéndase por condicionamiento cultural, toda forma de influencia ejercida por las ideas dominantes en el entorno histórico-social sobre el accionar de los individuos. Es interesante traer a colación la definición clásica de condicionamiento: Limitación, restricción que afecta al desarrollo de un proceso o al comportamiento de una persona o cosa (Tomado de http://www.wordreference.com/definicion/condicionamiento)

3.
Por decirlo resumidamente, infinidad de pueblos e imperios se han enfrentado en el decurso de la historia con un solo objetivo: ampliar sus dominios políticos, económicos y socioculturales.

4.
Arrastrando con elocuentes discursos y justificaciones de carácter divino y/o mundano a buena parte de sus subalternos…piénsese en Hitler, Stalin o Napoleón como muestra de ello.

5.
Digo sin sentido, porque muchos no han caído en cuenta que la felicidad auténtica no se busca en nada externo, porque en nada de ello la hallarás.

6.
Es de aclarar que las respuestas que socializaré a continuación son un abstract, de lo que me han respondido en improvisadas conferencias, decenas de jóvenes a los que le he planteado estas cuestiones vitales a lo largo de mis años como docente de estudiantes adolescentes. En últimas, les presento lo que TIENDEN a contestar.

7.
Idea, palabra o imagen que se impone en la mente de una persona de forma repetitiva y con independencia de la voluntad, de forma que no se puede reprimir o evitar con facilidad (tomado de www.diccionarios.com/consultas.php?palabra=Fijaci%C3%B3n&diccionario=definicion).

En términos específicos, nuestra “fijación-madre” gira alrededor de la idea que sólo mejorando indefinidamente nuestra condición económica y social, podremos sentirnos felices en la vida.

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