Palabras de Buda

Palabras de Buda

viernes, 15 de enero de 2010

UNA SEGUNDA APROXIMACIÓN A LO QUE ES LA MENTE

Por Jorge Burgos garcía
25-08-07


La vez pasada planteaba una definición no teórica de lo que es la mente, una definición que describía lo que a cada momento sentimos en nuestra cabeza: un tráfico incesante de pensamientos que resulta difícil controlar; como nos transporta con enorme facilidad y velocidad de un pensamiento a otro, en una especie de espiral que parece no tener fin… ¡ni siquiera cuando estamos dormidos dejan de viajar nuestros pensamientos!
Es justo en este punto donde comenzaré mi disertación en el día de hoy. Tomando como largada los siguientes interrogantes:
¿Sobre que autopistas viajan con tanto vértigo nuestros pensamientos? ¿Y Por qué? ¿Es inevitable ese continuo fluir de los pensamientos?

La respuesta a ese primer interrogante está empapada de simpleza: se mueven sin cesar del pasado al futuro y viceversa, son esas las autopistas sobre las que se mueven nuestras ideas. Por este camino, llegamos una segunda definición práctica del fenómeno que analizamos: la mente no es otra cosa que la acumulación de experiencias pasadas. Algo así, como un depósito de las cosas que nos pasan. De hecho, hay mucho de veracidad en la afirmación central del empirismo (expresada magistralmente por John Locke) que me permito parafrasear aquí: al nacer somos un papel en blanco, sobre el que escribimos con la tinta de nuestras experiencias...no hay nada en nuestra mente al nacer.

No obstante, debes recordar que al momento que nacemos inmediatamente pasamos a una segunda matriz, una matriz artificial desde luego, la matriz cultural. Es menester que esto sea bien comprendido, porque esta segunda matriz nos influenciará sobremanera el resto de la existencia si nos mantenemos en un frágil e inconciente estado de ignorancia.

Lo esencial a comprender y recordar a menudo, es que los seres humanos estamos marcados por la cultura en la que nacemos. Por ejemplo, no seríamos la misma persona si hubieras nacido en el Japón, en Groenlandia o en Somalia, y claro está, estamos marcados por las condiciones históricas, sociales, económicas y educacionales del grupo familiar en el que nos formemos. Tengamos presente algo elemental que se colige de lo anterior: no somos libres cuando empezamos a vivir, ¡no hay manera de serlo!; somos absolutamente indefensos, necesitamos por varios años de los “otros”, antes de llegar a arrostrar la posibilidad de ser libres... y digo bien, posibilidad…pues en el fondo, muchas personas viven sin experimentar lo que es la libertad auténtica...aunque crean y tengan la sensación de que son libres realmente.

Insisto en algo, es absolutamente necesario que nos guíen, que nos digan que hacer, e incluso en que creer durante nuestra infancia, lo censurable, lo perverso, es que no nos enseñen que más adelante debemos lanzarnos a explorar el mundo por nuestra cuenta, lo cual demanda en primera instancia, que entremos a examinar detenidamente cada una de las creencias que –literalmente hablando- nos incrustaron en la mente; puesto que son prestadas, por decirlo de un modo, no son producto de nuestras experiencias...¿o es que de niño nos dieron la posibilidad de escoger religión?. Ni hablar del saco de costumbres, prejuicios, normas morales y sobre todo, malos hábitos por los cuales empezamos a regir nuestra vida. Ahora bien, para poder examinar detenidamente nuestra matriz cultural, se requiere como condición necesaria, que ampliemos nuestra cosmovisión; sin esa ampliación, es poco probable que nos demos cuenta que tan mal están las cosas y en consecuencia, no hallarás motivo alguno para cambiar nuestro modo de vida (o parte de él).

Puesto de otra forma, por permanecer sumidos voluntariamente en la ignorancia -situación en la que se halla buena parte de la humanidad- aceptamos sin resistencia, una cantidad enorme de normas morales sin sentido, sin justificación, pero, como son parte de lo que la tradición cultural cataloga como “adecuadas” las obedecemos; transigimos en muchos casos sin pensar en la inutilidad de muchas de ellas. Sólo cuando te das a la tarea de ampliar tus saberes, descubres –tarde o temprano- que no puedes disfrutar del auténtico sabor de la libertad, mientras sigas atado a buena parte de los condicionamientos culturales de nuestro contexto; Aún más, puedo casi asegurarte, que descubrirás por cuenta propia, producto de tus experiencias –no de las mías- que vivimos en un estado ilusorio de libertad...solo eso (1).

Retomando la idea inicial, esto que llamamos mente, es solo un cúmulo de pasado, que engloba, por resumirlo en 2 palabras: un número variable de prejuicios y valores que facilitan, por decirlo técnicamente, tu proceso de enculturación; Reafirmo lo anterior, es un número variable, pues varía de una persona a otra, a algunos nos han embaucado más que a otros. Aunque como atenuante, puedo expresar que en la mayoría de los casos, comprendo que no es un acto deliberado este “embeleco” sino inconsciente.

Sé que lo afirmado en el párrafo precedente, es una tesis extrema y arriesgada, pero es así como ocurre. De manera inconsciente nos han impregnado desde la más tierna infancia, de pensamientos que debilitan nuestra condición humana. La prueba de ello es monumental: tendemos –en líneas generales- a ser individualistas, ambiciosos, males intencionados, agresivos, vengativos, rencorosos, envidiosos y demás vicios escuchados. ¿Quiénes nos han impregnado de todo ello? Salta a la vista la respuesta, nuestros familiares, nuestros profesores, nuestras instituciones religiosas y claro está, ¡nuestros amigos! y demás allegados. Sin embargo, entendamos las cosas en su justa proporción, ellos y nosotros a su vez, simplemente transmitimos lo que otros nos han heredado. A esto hay que sumarle esto hay que sumarle las perniciosas costumbres que en nuestro entorno más cercano se pongan de moda. Da de lo que te vienen dando, parece ser, a la luz de la evidencia empírica, la lógica que guía nuestro accionar.

Desde luego, no es menos cierto que en términos generales nos forman a su vez en valores, esto es, cualidades valiosas, dignas de mantener a lo largo de la vida, ya que permiten bloquear esas tendencias señaladas que reducen sustancialmente nuestra estatura evolutiva.

En síntesis, esa es nuestra mente: una mezcolanza de pensamientos, que por decirlo de algún modo, fortalecen y/o debilitan nuestro proceso de crecimiento personal. ¿Y todo eso cuando lo aprendimos? En el pasado por supuesto, lo reitero, la mente es puro pasado. Por ende, nuestra visión de las cosas, nuestra forma de andar por el mundo, está determinada por todos aquellos valores y prejuicios que hemos interiorizado; Recuerda, lo que hace que el comportamiento cambie tanto de una persona a otra obedece a la proporción valores-antivalores que hay en su mente.

Aparte de esto, de seguro aflora una pregunta interesante, ¿Y el futuro qué? Pues el futuro, no es más que nuestra proyección del pasado, es decir, la proyección de tu forma de mirar el mundo, de ver la vida. A manera de ejemplo, si en tu mente, predominan pensamientos asociados a competitividad y acumulación de riqueza material, procurarás los medios que posibiliten lograrlo, medios que varían conforme tu escala de valores, ya que si la honradez –por decir algo- no ocupa lugar preponderante en ti, de seguro acudirás a vías ilícitas para conseguir lo que deseas (Por supuesto habrá quienes pretendan alcanzar sus sueños de acumulación material sin violentar las leyes establecidas en la sociedad). Si por el contrario, predominan pensamientos asociados a la aceptación, la filantropía, tus metas variarán, en cuanto que no te obsesionarás con la consecución de poderío económico, prestigio o poder (2). Aclaro algo, cuando hablo de aceptación, no es en función de justificar la actitud holgazán de ciertas personas, que incapaces de tener un mínimo de control mental, se dedican a no hacer nada productivo por su existencia, no, con aceptación me refiero al hecho de hacer lo que se quiera hacer, pero sin avaricia, sin el ánimo de pasar por encima de los demás a como de lugar, ni de jactarnos de nuestras posesiones materiales.

A decir verdad, lo más importante de este “embrollo” con innegables matices sociológicos, es que reconozcamos que el batallón de pensamientos que conforman nuestra mente se mueven incesantemente del pasado al futuro y viceversa, dado que siempre pensamos en lo que podremos llegar a ser, lo que podremos llegar a tener para que los demás nos califiquen como exitosos. Vivimos así, tratando de encajar en los ideales de los demás y los demás se la pasan haciendo lo mismo, de ahí que muchas veces no nos aceptemos o terminemos haciendo cosas que no van en realidad con nosotros, pero las hacemos precisamente por ello, para ganar reconocimiento de los demás. A eso y cosas por el estilo, las llamo prejuicios. Entre otras cosas, éstos son fruto de nuestra carencia de conocimientos vitales (muy distintos a los académicos). A mi juicio, buena parte de la angustia existencial que nos provocamos continuamente es por cuenta de nuestra falta de dominio mental. Ahora, ¿Por qué carecemos de dominio mental? Por simple ignorancia. Esa es la fuente primaria de nuestras desgracias: desconocemos casi por completo de la vida…es demasiado estrecha nuestra cosmovisión.

De cualquier modo, estoy convencido que es posible menguar significativamente nuestro grado de ignorancia, no estamos sentenciados a ser ignorantes el resto de la existencia. De hecho, cabe recordar que mi intención no es otra que invitarte a que te des a esa constructiva tarea. ¿O es que acaso quieres seguir cargando con un montón de angustias y padecimientos innecesarios que nos ocasionamos a nivel mental? Eso no lo sé, es tu decisión, dependerá de tu grado de inteligencia. Mi trabajo se limita a divisarte otras posibilidades de asumir la vida.

Retornando una vez más al asunto del tiempo, fíjate que he afirmado que nuestros pensamientos se mueven frenéticamente entre lo que fue y lo que será tu vida...
¿Y dónde queda el presente?... te preguntarás.

Es una de las preguntas más interesantes que pueda uno formularse cuando se explora la mente. Más aún, si se descubre que la mayor parte del tiempo nos perdemos del presente. Porque el presente no puede pensarse...solo puede sentirse, el presente es el instante actual, es el ahora, no se detiene a esperar a que tengamos tiempo de pensar. Por ejemplo, estás leyendo con estupefacción estas líneas, tratando de comprender el mensaje que te transmito.
¿En qué tiempo puedes pensar si lo que afirmo es correcto o no?
Evidentemente, en pasado, aunque el resultado de tu reflexión mental llegue a los 0.001 milésimo de segundo después de haber pasado tus ojos por estas líneas... ¡Eso ya es pasado!

En otras términos, no hay forma de sentarse a esperar el presente y disfrutarlo, no, el se va a cada instante, ¿acaso puedes respirar en tiempo pasado o en futuro? No, tienes que respirar a cada instante, no hay tiempo de pensarlo 2 veces, lo haces y punto (aunque puedas contener la respiración durante incluso algunos minutos, eso es fruto del entrenamiento, y mientras lo haces se activan las alarmas en tu organismo porque estás dejando de sentir, estás escapando de la vida provisionalmente).

Esta comprensión de lo que es el presente, es absolutamente necesaria a fin de que podamos aminorar nuestra cuota de angustias: tratemos de centrarnos más en el presente, no nos perdamos tanto, no se trata de luchar por detener los pensamientos, no, eso sería absurdo. Se trata de algo tan simple que no creerás que ello puede hacerte sentir mejor. Sólo es cuestión de que te lances a experimentarlo.

¿Qué se requiere hacer para sentir más en el presente?
Nada extraordinario, sencillamente, aprende a sentir cada cosa que hagas, no sigas haciendo las cosas mecánicamente: estás aquí en este salón, disfruta la charla, escucha con atención, olvídate de lo que harás en un rato cuando salgas de aquí, olvídate de lo que hacías antes de venir etc, pero no obligues a tu mente, aprende a observarla. Increíblemente cuando la observas –y no te identificas con ella- se aquieta, no es algo que haces tú, es algo que ocurre de forma natural. Al comienzo parece muy difícil. De pronto ocurre un momento, y luego te vuelves a identificar con ella, como hemos hecho toda la vida y nos olvidamos de observar, eso es normal, no te preocupes.

A cada instante la existencia te da la oportunidad de que aprendas a OBSERVAR, -las oportunidades son inagotables-, cada acción, por más simple que te parezca, ayudará a activar la capacidad de observar: cuando camines, obsérvate caminar, hazlo sintiendo el contacto de tus pies con el piso, siendo conciente de la corriente de aire que provocas al mover tus brazos, relájate, no lo hagas mecánicamente; mira tu respiración, siente como el aire entra y sale a cada instante, cada vez que te acuerdes sé conciente de este simple pero complejo proceso; al comer, hazlo despacio, sin prisa, saborea más la comida y verás que la sensación será mucho más agradable que de costumbre; obsérvate al saludar a alguien, estrecha su mano con alegría, sintiendo que transmites energía; al platicar con alguien, obsérvate al hablar, al escuchar al otro; si estás sentado, que tus piernas no se muevan, no deben porqué estar haciéndolo, solo es necesario su movimiento cuando vas a desplazarte a algún lado; o hay muchos momentos, en que estás sin hacer nada, mientras tus pensamientos saltan en tu cabeza a toda prisa, piensas una cosa, repentinamente pasas a pensar algo que se relaciona con aquel pensamiento, pero de un instante a otro, sin proponértelo llega un pensamiento completamente diferente a aquello, y sucede tan rápido, ¡parece como cuando observas los trailers de alguna película!...pues bien, la clave para diluir ese proceso es simplemente observarlo, imagina que es un juego, observa con agrado tus pensamientos, sin identificarte con ellos, y de forma mágica empieza a detenerse esa vorágine, pero no porque lo forzaste, simplemente ocurre...

Aprender a observarte es una de las experiencias más simples y enriquecedoras en cuanto hace que nuestra mente se aquiete, empezaremos a sentirnos en calma, y ganaremos control sobre ella, ya no nos conducirá tan fácilmente a momentos dolorosos; con la práctica, sentiremos la necesidad de alejar todo ese cúmulo de sentimientos negativos que albergamos innecesariamente en nuestro interior. Con el paso del tiempo, olvidaremos las ambiciones, seremos más afectuosos, la alegría brotará con mayor facilidad. Desde luego, todo dependerá de nuestra disposición, no del esfuerzo. Dicen las viejas tradiciones espirituales de India que el presente es la puerta de la eternidad, por tanto, no puede pensarse, sólo sentirse.

¿Por Cuánto tiempo más seguirás perdiéndote el presente por estar viajando sin cesar del pasado al futuro? Y ¿cuánto tiempo más necesitarás para aprender a tener control sobre tu mente? A este interrogante, sólo cada quien puede responderlo; mi labor se limita a mostrar que hay otras formas de asumir la vida, y en consonancia con ello, compartirte lo que me ha ayudado ampliar mi cosmovisión, y a partir de ello, lo que he experimentado.

Me parece que llegó el momento de abordar el mundo de la meditación, lo cual requerirá indispensablemente, extirpar ciertos prejuicios occidentales, pero este artículo ya lo alargué demasiado...quizá en un próximo capítulo...

---------------------------------------------------------------------------------

1.
Siento cortar ahí la idea, pero otro día la seguiré, pues esto es contenido de otro capítulo imprescindible que ya abordaré: el inagotable tema de la libertad humana

2.
Vale recordar que estas últimas ideas mencionadas, se encuentran arraigadas y bien posicionadas en la mayoría de mentes occidentales por cuenta de nuestra falsa percepción de lo que es la felicidad

No hay comentarios:

Publicar un comentario